Sin margen para la especulación, los mandatarios debatieron sobre la necesidad de avanzar decididamente en la generación a partir de energías renovables.
Hay una cifra que impacta por la contundencia. El 80% de las emisiones totales de gases que generan el efecto invernadero, y que en definitiva contribuyen al calentamiento global y el cambio climático son generadas por las principales economías del mundo, pero claramente afectan a los 8000 millones de habitantes del planeta.
“Los patrones climáticos cambiantes, las sequías y las tormentas están interrumpiendo los ciclos de cultivo y la pesca”, señaló Antonio Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, durante su presentación en la Cumbre del G20, que tiene lugar en Bali (Indonesia) el 15 y 16 de noviembre.
Guterres consideró, además, que “el 80 por ciento de las emisiones globales están sentados (los gobernantes) alrededor de esta mesa”, en clara alusión a la participación de las economías desarrolladas en el impacto que tiene el cambio climático.
Algunas otras fuentes elevan ese porcentaje incluso al 82% de las emisiones globales de carbono, por lo que los países que asisten a la cumbre tienen en sus manos la solución o al menos la mitigación de su impacto en el medio ambiente.
“Los países desarrollados deben tomar la delantera en la reducción de emisiones”, señaló Guterres sin vueltas. Y los instó a “movilizarse, junto con las instituciones financieras internacionales y las empresas tecnológicas, para brindar apoyo financiero y técnico para que las grandes economías emergentes puedan acelerar su transición hacia las energías renovables”.
Justamente, por ser los países más desarrollados y con acceso a las tecnologías más avanzadas se espera de los países del G20 que sean los que lideren la transición energética hacia un futuro con generación limpia de energía.
La hora de la verdad
Como tantas otras veces, la cumbre no pasó demasiado de las declaraciones bien intencionadas y compromisos de difícil cumplimiento.
La Cumbre del G20 en Bali, se estructuró en base a tres ejes: la salud global, la digitalización y la seguridad alimentaria y energética, que a la luz de varias disertaciones están vinculadas por importantes vasos comunicantes, como dejó en claro el propio Guterres.
Más contundente fue el primer ministro de la India, Narendra Modi, quien asumirá, en representación de su país, la presidencia rotativa del G20 el próximo 1 de diciembre.
“La India está comprometida con la energía limpia y el medio ambiente”,. señaló Modi y recordó que el subcontinente asiático se propone generar el 50% de la electricidad de fuentes renovables para 2030.
Una de las declaraciones más fuertes fue la del presidente de China, Xi Jinping, alertando sobre la “politización, instrumentalización y armamentismo de los alimentos y la energía”. La sentencia fue leída como una velada crítica a la invasión rusa a Ucrania, lo que gatilló problemas de abastecimiento y suba de precios internacionales de los granos, el gas y el petróleo.
Compromisos a medias
El encuentro de presidentes y jefes de Estados de los países más industrializados y las mayores economías emergentes -entre ellos Argentina, Brasil y México representando a la región- es el resultado de un mundo que cambió radicalmente en los últimos tres años por la pandemia de Covid, la invasión rusa a Ucrania y la consecuente guerra, y los cambios en el comercio mundial y la transición energética.
En la historia de las cumbres del G20 la energía estuvo literalmente presente en las conclusiones recién a partir de 2008, aunque el bloque se conformó en septiembre de 1999.
Las cumbres de Pittsburgh (2009) y Roma (2021) fueron las que generaron mayor porcentaje de compromisos en materia energética con 14% y 15% respectivamente, con bajas y nuevas subas en la cantidad de compromisos en las cumbres sucesivas.
Otro dato relevante es que las cumbres de Brisbane (2014) y Hamburgo (2017) acordaron documentos independientes específicamente sobre energía.
Pero fue durante la presidencia de Arabia Saudita, cuando se dio un paso muy importante, al convocar en marzo de 2020, por primera vez, al Grupo de Trabajo de Sostenibilidad Energética del G20, que se reunió en forma virtual por la pandemia de Covid-19.
El resultado se plasmó en el ofrecimiento de apoyo a la transición energética con menores emisiones, acceso universal a la energía y eficiencia energética. Y reconoció el marco para la economía circular del carbono como una “iniciativa principal para reducir, reutilizar y eliminar los gases de efecto invernadero”.
La cumbre de Hamburgo en 2017 fue la más prolífica en materia de compromisos energéticos (42), y al año siguiente, la recordada Cumbre del G20 en Buenos Aires supuso un fuerte retroceso, al caer a 8 compromisos. Sin embargo, parecen muchos frente a los apenas dos que se lograron en la Cumbre de Osaka en 2019.