Considerando el fuerte interés de estos países por reemplazar los hidrocarburos rusos, se espera que parte de los 600.000 millones de dólares anunciados pueda destinarse a los proyectos que necesita el país para convertirse en un gran exportador de energía.
Una vez más, el interés global por los recursos energéticos argentinos se hizo protagonista de una nueva gira internacional de Alberto Fernández. Pero en este caso, el fondo de 600.000 millones de dólares anunciado por el G7 le da una perspectiva mucho más interesante para poder analizar la posibilidad de que Argentina se convierta en un exportador energético como una oportunidad efectivamente viable.
“Quiero ser claro. Esto no se trata de asistencia o caridad. Es una inversión que generará beneficios para todos”, afirmó Joe Biden, dejando en evidencia que los sectores a invertir serán aquellos considerados estratégicos por estos países.
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Lógicamente, el energético es uno de ellos y eso se reflejó en las reuniones bilaterales del mandatario argentino con el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente del Consejo de Ministros de Italia, Mario Draghi.
Allí se dialogó concretamente sobre las famosas plantas de licuefacción para que Argentina abastezca a Europa de GNL y se decidió iniciar una nueva etapa de trabajo en conjunto entre los equipos técnicos de ambos países.
“El G7 no es una institución que presta dinero. Son los distintos gobiernos los que instrumentarán su cuota de este fondo con cada organismo financiero de desarrollo de cada país a través de sus bancos bilaterales de crédito”, explicó a EOL un especialista del gobierno en la materia.
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El mayor compromiso fue asumido por los Estados Unidos con 200.000 millones de dólares, seguido por los países europeos que en su conjunto aportarán 316.000 millones, mientras que Japón se hará cargo de 65.000 millones, en un mecanismo entre fondos públicos y privados durante el siguiente lustro.
En tanto, según indicó el presidente de YPF Pablo González, el proyecto completo para construir estas plantas, más las inversiones necesarias en el midstream y en el upstream totalizarían los 10.000 millones de dólares.
El plan emerge como un claro competidor a “La Ruta de la Seda” que impulsa Beijing y el gran interrogante es si estará condicionado a la decisión que tome el gobierno con las represas de Santa Cruz y , especialmente, las centrales nucleares a financiar por China.
