Occidente estudia nuevas sanciones a Moscú, pero los países europeos aún no se ponen de acuerdo en la medida. Mientras, otros pescan en río revuelto.

Un nuevo capítulo de la guerra de sanciones, y de nervios, se viene desarrollando esta semana a partir de la iniciativa de Estados Unidos y algunos de sus aliados de establecer un precio máximo a las exportaciones de crudo ruso.
La propuesta maduró en el marco de las sanciones al Kremlin por la invasión a Ucrania y pretende ahogar financieramente al régimen del presidente Vladimir Putin, para forzarlo a negociar una salida al conflicto con Kiev, algo que Rusia no está dispuesta a asumir por el elevado costo político que tendría.
La idea de fijar precios máximos en torno a US$ 65 por barril, había emanado en el escenario de una reunión del G7, que agrupa a las principales economías industrializadas.
El martes pasado se había dejado trascender que, casi con seguridad, habría una definición sobre el precio tope a pagar a Rusia por su crudo (Urals), pero finalmente no hubo fumata blanca.
En la reunión de los 27 miembros de la Unión Europea este jueves 24 en Bruselas, las opiniones estuvieron divididas sobre la propuesta de Estados Unidos y del G7 de fijar en un rango de US$ 65-70 por barril el precio del crudo ruso que sale por buques-tanque.
También habría presión sobre las compañías de seguros y reaseguros para no reconocer contratos por encima de esos valores.
Puja interna
Lo cierto es que ese precio propuesto fue considerado demasiado elevado para algunos países, pero muy bajo para otros, por lo que sólo se acordó …seguir negociando. El objetivo de los países occidentales es comenzar a pagar ese precio, impuesto como sanción al Kremlin, a más tardar el 5 de diciembre.
Mientras tanto, el propio mandatario ruso Vladimir Putin advirtió que “graves consecuencias” seguirán a los topes de precios al crudo ruso. Fue después de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, señalara que las negociaciones en torno al precio máximo al petróleo de Moscú seguían “en juego”.
Putin, en tanto, ya anticipó que no venderá más petróleo a los países que impusieran un precio tope. De todas maneras, hay cierto juego perverso de todas las partes, pendulando entre las declaraciones y los hechos, para evitar el impacto en sus negocios o cuentas públicas.
Incluso hay un doble discurso en el caso de Rusia, ya que hoy el crudo denominado Urals cotiza en torno a los US$ 68 el barril, en el rango previsto por la sanción del G7. Entre tanto, el WTI de referencia en Estados Unidos ronda los US$ 78 el barril y el Brent del Mar del Norte en torno a US$ 85.
Tirando del mantel
En este contexto, la discusión más jugosa se dio en el seno de la reunión de los gobiernos de la Unión Europea, muy gráfica de la encrucijada en la que se encuentra el bloque, que suele tomar decisiones por unanimidad o, al menos, acuerdo de todas las partes.
Países vecinos de Rusia, como Polonia, Estonia o Lituania, que temen sufrir una invasión como la de Ucrania, consideran que un precio tope de US$ 65-70 por barril es “demasiado elevado”, por cuanto el costo de producción no es superior a los US$ 20 por barril, señaló la agencia Reuters.
Esto le permitiría a Moscú disponer de recursos por exportaciones que en la visión de Occidente “financiarían” la invasión a Ucrania, algo que se busca debilitar. Polonia directamente propone un tope de US$ 30 por barril, algo que hoy rompería el mercado.
Por su parte, algunos países del sur europeo con importantes industrias navieras, caso de Grecia, Malta y Chipre, sostienen que el tope es “demasiado bajo” y piden compensaciones en caso de fijarse esos valores.
Reuters destaca, en base a dos fuentes, que algunas refinadoras indias se están proveyendo de crudo ruso a un precio entre US$ 25/30 por debajo del Brent, lo que también es una mala noticia para los países occidentales en relación a las exportaciones a terceros mercados, por lo que tampoco es muy viable “bajarle” mucho el precio a Rusia. Mientras tanto, Moscú hace su juego y está expectante acerca de los movimientos de Occidente. Es que se estima que entre el 70% y el 85% del crudo ruso se exporta por vía marítima y no por oleoductos, así que el precio de referencia que saldrá del G7, cuenta y mucho.