El lunes empezaron a regir medidas para “golpear” los ingresos del Kremlin y que ceda en Ucrania. Mientras tanto, Rusia negocia con China e India.
Desde hace algo más de nueve meses la Unión Europea, y en especial los países del centro y este europeo, con Alemania a la cabeza, se encuentran en un laberinto del que les cuesta mucho salir.
La invasión a Ucrania y la posterior guerra que se inició el 24 de febrero llevó a Occidente a implementar una multiplicidad de sanciones contra Moscú, la última de las cuales es tratar de pegarle a Rusia en uno de sus mercados principales para debilitar sus finanzas.
Los 27 miembros de la Unión Europea aprobaron limitaciones a las importaciones de petróleo ruso y un precio tope de US$ 60 por barril – a instancias del G7- para los cargamentos que van por barco, medida que entró en vigencia este lunes 5 de diciembre. El tope rige para el crudo enviado a terceros mercados y hay presión europea sobre las compañías navieras y aseguradoras.
Es un valor bastante lejano a los US$ 83,02 por barril que cerró el crudo Brent al comienzo de la semana y a los US$ 76,93 del WTI, de referencia en Estados Unidos, aunque no tanto respecto del crudo Urals, tomado como valor para el mercado ruso y su área de influencia, que terminó el lunes en US$ 63,42 por barril de 159 litros.
Medida inocua
Los países de la UE intentan con sus medidas pegar un puñetazo sobre la mesa y obligar al presidente ruso, Vladimir Putin, a retroceder en su avanzada ucraniana y negociar, algo que hasta ahora no ocurrió y nada indica que suceda.
Más bien, lo que están logrando los gobiernos de la UE es “patear el hormiguero” y llevar a las hormigas (en verdad, al petróleo ruso) hacia nuevos mercados.
Los analistas del mercado energético aseguran que el precio tope del petróleo ruso es “inmaterial” y no hará una diferencia significativa en el precio del mercado.
En este juego Rusia, el segundo mayor productor de petróleo a nivel mundial, ya se aseguró la provisión de petróleo a mercados clave de Asia como China, India y Turquía, un vínculo que incluso está redibujando el mapa geopolítico global.
En lo que se refiere específicamente al mercado energético y los precios internacionales, los países que buscan golpear a Rusia están ante la disyuntiva de limitar los embarques y los precios (topes máximos) pero evitar que una drástica reducción de la oferta, impacte en precios.
Oferta y demanda
En este sentido, el juego de los miembros de la OPEP Plus, liderado por Arabia Saudita, es impulsar un mantenimiento de la producción, tras el recorte de 2 millones de barriles diarios que había sido decidido en su reunión de octubre, el mayor recorte en dos años.
Esta política es vista por Occidente como un intento de mantener elevados los precios del petróleo. Y es algo que beneficia en este momento a Rusia, que sostiene los niveles de exportaciones, no tanto como una política para mantener precios sino por las limitaciones propias de su capacidad de producción y distribución.
En cuanto al impacto del embargo y el precio tope de US$ 60 por barril, tanto China como India han manifestado de fuentes oficiales que privilegiarán sus necesidades de importar petróleo.
El ministro de Relaciones Exteriores de India, Subrahmanyam Jaishankar, señaló este lunes que el país seguirá comprando petróleo a Rusia con el fin de priorizar sus necesidades energéticas. Así, hasta el momento, India no se ha comprometido con los precios máximos.
Según datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE), Rusia ocupa el segundo puesto en producción a nivel global. Rusia es miembro del llamado grupo OPEP Plus, con 9,72 millones de barriles diarios (bpd) de producción, sólo detrás de Arabia Saudita (10,9 millones). Moscú aventaja por lejos a sus inmediatos seguidores, Irak (4,6 millones bpd), Emiratos Árabes Unidos (3,46 millones bpd), Kuwait (2,8) y la República Islámica de Irán (2,51).