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La ventaja de apostar por una planta de GNL flotante para superar el “riesgo argentino”

Frente a la dificultad de aprobar una ley que brinde seguridad jurídica por varias décadas y el desorden macroeconómico, el sector se debate un camino para poner en valor los recursos a corto plazo y dejar de esperar por condiciones ideales.

La vía de una planta de GNL flotante empieza a ser analizada cada vez con mayor detenimiento por el sector energético ante las dificultades de la política para generar acuerdos que permitan la aprobación de una nueva normativa que asegure condiciones de seguridad jurídica a largo plazo.

La ventaja de esta alternativa es que no necesita hundir un inmenso capital como una planta onshore, que quedaría sujeta al “riesgo argentino” de un cambio de reglas de juego que perjudiquen la rentabilidad del proyecto.

Los barcos licuefactores, en cambio, tienen la gran flexibilidad de poder cambiar de puerto según las condiciones y los contratos firmados, tal como sucedió con el pequeño proyecto Tango que se terminó rescindiendo en 2020 por las pérdidas que generaban los bajísimos precios del GNL en plena pandemia.

“Con algo parecido al Tango, pero de más magnitud alcanza. Sería más caro por millón de BTU, pero el capital es móvil. Eso permitiría no hundir capital en Argentina, pero usarlo para lo mismo que la planta fija. De este modo, donde te cambian la regulación o las reglas, el barco se va a otro país y listo”, explica a este medio un reconocido experto que supo trabajar en la gestión pública.

Justamente para dejar de demorar la decisión, la idea de YPF y Petronas es empezar la aventura de exportar GNL con dos barcazas y luego ir construyendo los cinco trenes de las plantas onshore a medida a medida que se va generando el negocio con las exportaciones de los barcos, aunque muchos tienen sus reservas con que se llegue tan lejos.

La petrolera malaya es experta en este tipo de buques flotantes. Ya cuenta con los mayores del mercado y actualmente esta construyendo una nueva unidad que la destinaría al puerto de Bahía Blanca para exportar el shale de Vaca Muerta.

El otro gran proyecto de GNL argentino es el que encabezan Excelerate y TGS, quienes prometieron anunciar su decisión en el primer trimestre del 2023 y optarían por iniciar dos módulos de 4 millones de m3/d.

Ante la consulta de EOL, fuentes allegadas a estas firmas aseguraron que no están evaluando la vía de plantas flotantes, ya que es difícil conseguir este tipo de barcos en el mercado y adaptarlos al gas local. “No es lo mismo el gas de Vaca Muerta que el de Australia o el de Qatar. Algún gas viene con más sulfuro o distintas composiciones. Entonces, tenés que adecuar la planta a cada gas particular”, agregaron.

Ante este complejo escenario, el gobernador Omar Gutiérrez volvió a pedir que la política genere los acuerdos necesarios para aprobar una ley de promoción del GNL y así la industria adopta la alternativa más ambiciosa que podría exportar la mayor cantidad de gas, pero también la más riesgosa para los capitales.

“Hoy Shell nos ha ratificado su interés en el desarrollo del gas vinculado a la senda exportadora. Con lo cual me parece muy importante modernizar la legislación. Para llevar adelante una inversión no modular, ni tampoco traer los barcos, sino ir a una tercera instancia de una resolución de fondo estamos necesitando, por los niveles de inversión, del orden de los 5.000 millones de dólares, una ley que permita ininterrumpidamente invertir, producir y exportar gas”, destacó el neuquino en la reciente inauguración del oleoducto Sierras Blancas-Allen.