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Las negociaciones con Bolivia están avanzadas y es inminente el anuncio de una nueva adenda

“El contrato está encaminado”, reconocieron fuentes oficiales a EOL. Las nuevas condiciones y el rol de Brasil.

El Gobierno está a punto de cerrar una nueva adenda del contrato de gas con Bolivia y se prepara para anunciarlo antes de fin de año para evitar su vencimiento y tener que volver al texto original.

“Ya está todo encaminado después de las reuniones que el secretario de Energía tuvo con su par boliviano y las de los equipos técnicos de la SEN, IEASA y Cammesa”, reconocieron fuentes oficiales a EOL.

Si bien prefirieron no dar precisiones sobre las características del acuerdo, se descuenta que será por un volumen menor al vigente debido al declino de producción y reservas que sufre el país vecino.

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Según la última adenda negociada por Gustavo Lopetegui -ex secretario macrista-, Bolivia debía entregar unos 11 millones de metros cúbicos diarios en los meses de verano, 16 millones en mayo y septiembre y 18 millones en plena temporada invernal donde se da el pico de consumo.

El problema es que Bolivia ya avisó que no está en condiciones de mantener ese nivel de despacho, lo que obligará a Darío Martínez a mejorar el precio estímulo para las ofertas invernales del Plan Gas o recurrir a un nuevo buque regasificador para importar GNL.

La parte positiva que señalan los allegados a las tratativas es que esta todo dado para una mejora sustancial del precio que en 2019 Lopetegui elevó a 6,4 dólares el millón de BTU como moneda de cambio a este esquema de entregas en forma de campana que beneficiaba a la Argentina.

Sucede que de no llegar a un acuerdo, Bolivia afrontaría los mayores costos de volver a un contrato original imposible de cumplir que estipula la entrega de 21,3 millones de m3/d y el pago de las correspondientes multas de no lograrlo.

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El rol de Brasil

A pesar de que el contrato de gas entre Bolivia y Brasil ya fue renegociado por el gobierno de facto de Jeanine Áñez, la nueva administración al mando de Luis Arce no reconoce esa rúbrica y quiere volver a discutir los números finales con Bolsonaro.

Arce sostiene que la reducción en 10 millones de m3/d entre los rangos mínimos y máximos de entrega -que ahora son de 14 y 20 millones respectivamente- es perjudicial para Bolivia. Sin embargo, al igual que sucede con Argentina, es difícil que puedan cumplir con una entrega más exigente y lo más probable es que renegocien los precios y el pago del servicio de transporte que antes erogaba Brasil y Áñez pasó a las cuentas bolivianas.

Este hecho abre una oportunidad a mediano plazo para el gas de Vaca Muerta, ya que Bolsonaro tendrá que recurrir a otros mercados para reemplazar este faltante que todavía no puede ser cubierto por los fantásticos yacimientos del Presal.

En rigor, como el propio Martínez reconoció a EOL, los cierres de los contratos de gas de Bolivia con Brasil y Argentina eran un factor determinante para empezar a definir el proyecto del gasoducto hasta Porto Alegre.