
Organizaciones ambientalistas denunciaron este viernes la fuerte presencia de lobistas vinculados a la industria de los combustibles fósiles en las negociaciones de la cumbre climática de la ONU que se desarrolla en Belém, lo que —advirtieron— pone en riesgo la búsqueda de acuerdos amplios y transparentes.
La COP30 está atravesada por una puja central: de un lado, los países y actores que reclaman acelerar la transición hacia energías renovables; del otro, las potencias petroleras que resisten cualquier compromiso que implique reducir su dependencia del petróleo, el gas o el carbón.
En la antesala del encuentro, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva instó a la comunidad internacional a avanzar hacia un plan concreto para “superar la dependencia de los combustibles fósiles”. Ese mensaje, inesperadamente contundente, impulsó la conformación de una coalición de países que busca instalar en la agenda oficial un compromiso de eliminación progresiva de esos recursos. Francia, Colombia, Alemania y Kenia figuran entre los que respaldan esta iniciativa, que aún no cuenta con lugar formal en las discusiones.
Sin embargo, el intento de incluir el tema enfrenta una oposición férrea. Según un análisis de la organización Kick Big Polluters Out (KBPO), unas 1.602 personas con vínculos directos o indirectos con las industrias del petróleo, el gas y el carbón participan de las negociaciones en Belém. Brasil, como anfitrión, encabeza la lista de acreditados con 3.805 delegados.
La nómina de KBPO identifica representantes de gigantes energéticos como ExxonMobil, Chevron, Shell y TotalEnergies, además de petroleras estatales de África, China, Brasil y países del Golfo. También aparecen delegados de empresas de otros sectores —como la automotriz Volkswagen o la naviera Maersk—, cámaras empresarias y diversos grupos de interés.
Entre los señalados figuran incluso actores del sector de energías limpias o híbridas: la Venice Sustainability Foundation, por integrar a la italiana Eni; la danesa Ørsted, que aunque líder en eólica mantiene operaciones de gas; y la francesa EDF, que pese a su matriz nuclear todavía utiliza combustibles fósiles. La estatal emiratí Masdar, dedicada a energías renovables, también fue incluida.
Para KBPO, es lobista de los combustibles fósiles cualquier delegado cuya organización pueda tener incentivos para influir la política climática en favor del petróleo, el gas o el carbón. De acuerdo con la ONG, el 3,8% de los participantes de la COP30 encaja en esa categoría, el porcentaje más alto registrado hasta ahora.






























