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Temor a la saturación de oleoductos, la nueva gran preocupación de la industria

El Gobierno sigue sin definir la prórroga a la concesión de Oldelval y se retrasan las obras de ampliación. “Para hacer lo que ya estaban obligados nos piden prórroga, son muy vivos”, indicaron a EOL desde el Ejecutivo.

Mientras los ojos de todo el país se paran en la causa judicial por el gasoducto Néstor Kirchner, la industria energética ya anticipa un conflicto similar en el transporte del petróleo por la demora en las obras de ampliación de oleoductos.

Conocida la falta de capacidad ociosa para poder transportar gas natural, el grueso de las inversiones hidrocarburíferas de los últimos 4 años migraron a la ventana del petróleo por la mayor infraestructura existente y la facilidad de exportar este commodity.

Sin embargo, el vertiginoso crecimiento del shale en Vaca Muerta y la lentitud de Oldelval para incrementar la capacidad de su sistema hicieron realidad un escenario de cuello de botella que se esperaba para mucho más adelante.

Desde diversas petroleras indicaron a EOL que ya están restringiendo producción y teniendo que transportar parte del petróleo extraído por camiones ante la saturación de los oleoductos, un método mucho más costoso e ineficiente.

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Para tener una idea del dinamismo que tuvo la producción de Vaca Muerta, cabe recordar que entre abril del 2021 y abril del 2022, último mes reportado en las estadísticas, se pasó de un promedio diario de 187.000 barriles a 264.000 barriles. Un 41% más.

A este ritmo, desde Neuquén esperaban que se supere cómodamente el récord de 308.000 barriles este año y que en 2023 se alcancen los 400.000 barriles, metas que serán imposibles de cumplir si no se ejecutan inmediatamente las obras de ampliación de los oleoductos.

Tras una inversión de 50 millones de dólares, la capacidad del oleoducto Allen-Puerto Rosales subió un 25% y llegó a 260 mil barriles, cifra claramente insuficiente teniendo en cuenta que apenas un 6% de la producción neuquina se consume en las refinerías regionales de Plaza Huincul (Neuquén) y Luján de Cuyo (Mendoza). El resto se transporta a Puerto Rosales para dirigirse a las refinerías del AMBA o para exportarse (17% del total).

Para solucionar este escollo, el plan es construir un caño paralelo y duplicar la capacidad de transporte. Pero para ello hace falta una inversión de 500 millones de dólares que Oldelval no quiere realizar si no se le prorroga su concesión que vence en 2028, dado que, de lo contrario, no le alcanzarían los años para recuperar el monto gastado.

Desde hace varios meses que tanto Martín Guzmán como Darío Martínez vienen declarando que están trabajando en la aprobación de esa prórroga, pero lo concreto es que el tiempo pasa sin haber novedades y la situación es cada vez más crítica.

Desde la industria ven una preocupante parálisis en el accionar del Gobierno a raíz de las internas políticas, lo que derivó en la renuncia de Antonio Pronsato en relación al gasoducto, pero que también se refleja en otras áreas como las redes de transmisión eléctrica que impiden instalar nuevos parques de energía renovable, la central nuclear con China y las represas en Santa Cruz.

En el caso de Oldelval también existen estas diferencias internas. Una fuente de alto rango en el área energética afirmó a EOL que “nadie prometió nada” respecto a la prórroga de la concesión y cruzó a la empresa por las demoras en las obras. “Para hacer lo que ya estaba obligada a hacer más otras obras nuevas pide una prórroga. Todo el mundo es muy vivo. La que demoró fue Oldelval en presentar los resultados de las pericias del derrame que tuvo en el verano en Catriel”, subrayó.

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En tanto, desde la empresa ratificaron a EOL que “la preocupación” que tiene la industria por la posible saturación de los caños también “la tenemos nosotros”, pero que dependen “de factores externos a Oldelval”, apuntando contra el Gobierno.

La realidad es que frente a este panorama y sabiendo que son obras que demandarán entre 18 meses y dos años y medio, la esperanza del sector se posa en la habilitación del oleoducto trasandino para exportar crudo hacia Chile. Eso podría liberar unos 50.000 barriles diarios en una primera etapa, con un máximo de 113.000 barriles en la siguiente.

El problema, nuevamente, es el retraso de las obras. De acuerdo al cronograma adelantado a principios del 2021, el oleoducto ya tendría que estar operativo para esta altura del 2022. Luego, se dijo que iba a estar habilitado en el último trimestre del año. Y esta semana, tras el encuentro de Alberto Fernández y Gabriel Boric en la Cumbre de las Américas, anunciaron como nueva fecha de apertura el primer trimestre del 2023.