La Agencia Internacional de Energía lanzó un rastreador de emisiones de metano provenientes del petróleo y gas a fin de llevar un registro y poder implementar acciones para su reducción.
Las emisiones de metano ya son la segunda causa más importante del calentamiento global. Aunque no sea tan famoso como el dióxido de carbono, se lo considera 25 veces más contaminante y su reducción es fundamental para evitar peores efectos del cambio climático.
Si bien las emisiones de metano pueden deberse a fuentes naturales como antropogénicas, el sector energético -sobre todo petróleo, gas natural, carbón y bioenergía- es uno de los mayores emisores (ver gráfico). Pero al no contarse con una cantidad de datos fiables, dificulta los esfuerzos para reducir estas emisiones.
Es por esto que la Agencia Internacional de Energía (International Energy Agency o también conocida por su siglas IEA) lanzó un rastreador de metano en el 2019, con el objetivo de recopilar las diversas fuentes de datos en un conjunto coherente de estimaciones.
Esta herramienta interactiva y online, se ha convertido en una referencia mundial en poco tiempo. La misma se centra en las emisiones provenientes de petróleo y gas, siendo las áreas con mayor potencial para reducirlas.
En lo que va de este año, el rastreador ya incluye estimaciones con mayor detalle del año 2020, e incorpora también datos sobre fugas de metano a gran escala detectadas por satélites, gracias a una colaboración con Kayrros, una empresa de observación de la Tierra.
En el análisis que hace la IEA, se pueden observar los datos de emisiones y opciones de reducción de las mismas por país y por región. Se destaca el petróleo convencional onshore en primer lugar como mayor emisor a nivel mundial, seguido por el gas convencional onshore y el gas downstream.
Acciones para reducir emisiones de metano
A su vez, en la plataforma se puede visualizar el potencial de reducción estimado por medio del reemplazo de dispositivos existentes o instalando nuevos, detectando y reparando fugas, u otras alternativas tecnológicas e innovativas. Este potencial de reducción estimado es del orden del 70% de lo generado hoy, y de los cuales un 11% es posible alcanzarlo sin costo neto.
Esto se debe a que el valor del metano capturado es suficiente para cubrir el costo de la medida de reducción. Esta participación es menor que en años anteriores debido a los precios del gas inusualmente bajos en 2020, pero se expandirá nuevamente si los precios del gas natural aumentan, como lo hicieron a principios de 2021.
La reducción de las emisiones de metano es una forma poderosa y viable para actuar frente al cambio climático, siendo un complemento esencial para las acciones de reducción de CO2.
Tanto el petróleo como el gas, seguirán siendo parte por muchos años más de nuestra matriz energética, aunque nuestro desafío para la transición energética es acelerar la reducción de los combustibles fósiles e impulsar las fuentes de generación de energía limpia. Por eso, es fundamental que en esta transición, la industria del petróleo y del gas también sean protagonistas en la limitación del impacto ambiental que generan. No obstante, es importante que las acciones de reducción de metano estén incluidas tanto en las políticas públicas y en los planes de acción de todos los países, como también respaldadas por una legislación.
A su vez, los productores de petróleo y gas que demuestren que pueden adaptarse y tomar medidas para reducir las emisiones de metano, podrán subsistir frente a aquellos que no las consideren.
Niveles emitidos de metano
Según la IEA, los datos registrados de emisiones de las operaciones de petróleo y gas en todo el mundo fueron un poco más de 70 Mt de metano a la atmósfera en 2020. Convertidas en cantidades equivalentes de CO2, asumiendo que una tonelada de metano es equivalente a 30 toneladas de CO2, serían comparables al total de emisiones de CO2 relacionadas con la energía de la Unión Europea.
En el Escenario de Desarrollo Sostenible de la IEA, el mundo requiere una disminución constante y rápida de las emisiones durante los próximos 10 años: para 2030, las emisiones de metano son alrededor de un 70% más bajas que en 2020. Esta reducción equivaldría a eliminar las emisiones de CO2 de todos los automóviles y camiones en Asia.
En cuanto a la intensidad de estas emisiones, se observa que varía ampliamente entre los países que producen petróleo y gas. Según los datos anuales del 2020, aquellos países con peor desempeño tienen una intensidad 100 veces mayor que aquellos con mejor desempeño. Significa que, muchos países podrían lograr rápidamente enormes mejoras en el desempeño.
De esta forma, surge de interés para la industria del petróleo y el gas asegurarse de que el año 2019 marque el pico para las emisiones de metano de petróleo y gas. No solo debido a los beneficios ambientales y compromisos de reducción de emisiones asumidos, sino también cada vez es más probable que las operaciones de estas industrias con menor intensidad de emisiones presenten una ventaja comercial frente a aquellas fuentes de mayor emisión.
Reducir las fugas de metano a la atmósfera es la forma más importante y rentable para que la industria minimice las emisiones generales de las operaciones centrales de petróleo y gas. Esta debería ser una prioridad de primer orden para todos, y las regulaciones pueden desempeñar un papel fundamental para garantizar que suceda.