La escalada militar está incrementando el precio del fluido justo cuando IEASA tiene que salir a contratar los buques de GNL para el próximo invierno.

La crisis diplomática entre Rusia y la OTAN que desencadenó la movilización de tropas hacia las fronteras con Ucrania tendría un impacto directo en la Argentina, ya que encarecería el precio del gas licuado y aumentaría su demanda, tornándolo más difícil de conseguir.
Esta semana, el precio del Dutch TFF, valor de referencia de la Europa continental, subió más de un 20% y analistas como Goldman Sachs advirtieron que podría llegar a duplicarse en caso de que la escalada bélica se profundice.
Como explicó EOL, de cortarse el flujo del gas ruso hacia Europa, el viejo continente se vería obligado a salir a comprar masivamente buques de GNL, desatando una feroz competencia con los países importadores como el nuestro y disparando los precios.
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En general, el hecho de que Argentina realice compras durante el verano del hemisferio norte la favorece, ya que aprovecha el período donde hay menos demanda a nivel mundial. Sin embargo, este año el panorama será muy diferente.
Tal como sucedió en 2021, también por una reducción de los envíos del gas ruso y la caída de la propia producción europea, se anticipa un nivel de precios récord para mitad de año a pesar de que las temperaturas se incrementen fuertemente por esas tierras.
Sucede que, para abastecer la emergencia que significó la crisis energética de los últimos meses, Europa tuvo que sacrificar sus reservas de almacenamiento de gas, lo que la obliga a recomponer esos stocks en los meses de verano para no operar al límite.
Este escenario se agravaría en 2022 y los precios futuros del GNL ya lo reflejan, con valores que promedian los 28 dólares en el mercado asiático, unas 8 veces más de lo que paga Argentina por el Plan Gas.
Lógicamente, la secretaría de Energía siempre tiene contemplado un valor del gas licuado importado muy por encima del que paga al mercado local, pero estos niveles ya implicarían un serio problema para el Palacio de Hacienda en un año en el que aspiraba a reducir los subsidios energéticos por pedido del FMI.
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Para tener una referencia, en 2021 IEASA importó buques de GNL a un promedio de 6 dólares el millón de BTU. Ahora, en cambio, los propios funcionarios del gobierno hablan de un piso de 14 dólares siendo optimistas, lo que podría representar más de 2.000 millones de dólares adicionales.
El cuadro se torna todavía más preocupante por las diferencias con Bolivia para alcanzar una nueva adenda del contrato de gas. Lejos de haber cumplido con los compromisos del 2021, el gobierno de Arce quiere acordar un recorte del orden del 35% para este año que el equipo de Darío Martínez se niega a aceptar por las complicaciones que ocasionaría.
Lo concreto es que, más allá del número fino, es un hecho que Bolivia entregará menos gas y el mismo deberá ser reemplazado por aún más GNL, agravando las cuentas fiscales y forzando a un ajuste mayor en otras áreas para poder cumplir con las metas del FMI.