
Además de la crisis económica y la falta de combustible, Bolivia atraviesa un nuevo problema en el sector energético: la mala calidad del combustible que se distribuye en los diferentes surtidores del país. Conductores reportan fallas recurrentes en sus vehículos, lo que ha incrementado las quejas en los últimos meses.
La Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) insiste en que los controles garantizan que la gasolina y el diésel cumplen con las normas vigentes. En contraste, la Asociación de Surtidores (Asosur) asegura que la responsabilidad es exclusiva de YPFB, mientras el transporte paceño denuncia daños en motores y advierte con tomar medidas si no recibe explicaciones.
El vicepresidente del Colegio de Ingenieros Mecánicos de Santa Cruz, Guido Moreno, señaló que este año se ha registrado un mayor número de daños en motorizados. Entre las fallas más comunes se encuentran problemas en el sistema de inyección, donde se han detectado sedimentos y partículas en el almacenamiento del combustible, afectando la bomba de gasolina, los inyectores y, en consecuencia, todo el motor.
Moreno considera urgente encargar estudios en laboratorios internacionales con certificación ISO y sin vínculos con autoridades ni empresas locales. “Necesitamos resultados transparentes, analizados por una comisión mixta, para entender el problema y cómo solucionarlo”, afirmó.
Mientras tanto, los usuarios tienen pocas alternativas para prevenir daños. Según el especialista, no existe un aditivo capaz de mejorar por sí solo la gasolina de baja calidad. La única medida preventiva es realizar mantenimientos más frecuentes, cambiar filtros con regularidad y limpiar el tanque de combustible antes de que la suciedad alcance niveles críticos.
Moreno advirtió además que este problema no solo implica reparaciones costosas, sino que también reduce la vida útil de los motores. “Empieza fallando un sistema, luego otro, y al final lo que tenemos es una máquina menos disponible”, alertó.