El proyecto emblemático de Macri apenas realizó cinco exportaciones y en todas registró pérdidas.

El sueño de una Argentina exportadora de gas natural licuado (GNL) tuvo un nuevo encontronazo con la realidad. YPF se vio obligada a pagar 150 millones de dólares para poder rescindir el contrato que la ataba por 10 años con la barcaza belga de Exmar, en un servicio que le implicaba un enorme perjuicio mes a mes.
El proyecto había sido lanzado por el gobierno de Mauricio Macri como un símbolo de su exitosa política energética que lo llevó en pocos años a reemplazar el buque que importaba GNL en Bahía Blanca por otro que lo exportaba.
El problema es que la iniciativa fue motivada más por cuestiones políticas y en pocos meses se demostró que no era técnicamente viable. De hecho, en su primera operación en septiembre del 2019, la petrolera nacional apenas pudo colocar el envío a un precio de 2,7 dólares el millón de BTU, un valor antieconómico que ni siquiera cubría la mitad de los costos.
Lógicamente, la pandemia no hizo más que agravar este escenario y dejó en claro un horizonte de precios bajos por lo menos a mediano plazo. Es en este contexto que la nueva gestión de YPF decide cancelar el contrato para evitar mayores pérdidas.
Según lo comunicado por la compañía a la Comisión Nacional de Valores (CNV), se realizará un pago inicial inmediato de 22 millones de dólares y 18 cuotas subsiguientes de unos siete millones de la misma moneda, que incluyen el pago de las facturas pendientes.
La decisión no solo marca el fin de este frustrado proyecto, sino que a su vez, refleja la dificultad para viabilizar la construcción de una planta de GNL en Bahía Blanca como siguen pidiendo muchos actores del sector.
El propio Vicepresidente de Upstream No Convencional de YPF, Pablo Iuliano, reconoció que para que eso suceda, se debería tener un break even de 1,5 dólares, alrededor de la mitad del punto de equilibrio actual.
Es por eso que el gobierno nacional descartó la construcción del nuevo gasoducto para incrementar el transporte del fluido a Bahía Blanca y evalúa una ampliación de la capacidad de los ductos existentes.
A su vez, el secretario de Energía Darío Martínez afirmó que hoy en día, la alternativa más viable para colocar los excedentes de gas argentino está en el mercado regional, donde ya hay una red de infraestructura montada, especialmente hacia Chile. Para el caso de Brasil, la capacidad de transporte es muy baja y es por eso que se está analizando un nuevo proyecto siempre y cuando los números cierren para no volver a repetir el mismo error. “Estamos analizando la potencialidad de Brasil como comprador en precio y tiempo para ver si justifica la construcción de un gasoducto”, dijo Martínez.