La producción de febrero marcó un nuevo incremento que da cuenta del dinamismo del shale oil en Vaca Muerta. La esperanza de aumentar las exportaciones para equilibrar el mayor déficit que se espera por las compras de GNL.
Una de las pocas cartas que tiene Argentina para hacer frente a las importaciones récord de gas natural que se avecinan para el próximo invierno es generar un mayor superávit en la ventana de petróleo gracias al dinamismo de Vaca Muerta.
En ese sentido, en el gobierno se ilusionan con los datos de los últimos tres meses, que han marcado volúmenes de producción que no se veían desde hace mucho tiempo y, de continuar, podrían garantizar este excedente de divisas que le urge tanto al Ministerio de Economía.
En febrero, la producción de crudo argentino llegó a los 571.000 barriles diarios y representó el nivel mensual más alto desde diciembre del 2011. Se trata de un alza del 14% de forma interanual y del 0,2% respecto a enero. Es decir que, si bien prácticamente no creció en relación al mes anterior, se mantuvo en un piso sumamente alto en términos históricos.
[Vaca Muerta marca un nuevo récord y la producción de gas sube un 12%]
“Estamos motorizando el desarrollo productivo del sector y logrando grandes resultados. Superamos la producción de enero que había sido la más alta desde el 2011 y vamos a seguir trabajando para que continúe creciendo”, afirmó el secretario Darío Martínez.
Lógicamente, el aumento vino impulsado por el segmento no convencional de Vaca Muerta que creció un 55% comparando con el mismo mes del año pasado y ya representa el 39% del total de barriles producidos en todo el país.
“Estos niveles de producción son muy importantes para el país, sobre todo en este momento donde la crisis global energética producto de la guerra va a afectar a todos, inclusive a la Argentina”, reconoció Martínez que, en los días previos había escrito una nota advirtiendo al presidente que, si no se liberaban fondos adicionales para las importaciones de gas, podría dispararse una crisis energética sin precedentes.
Sucede que, a pesar de que la producción local de gas natural también tuvo un auspicioso crecimiento interanual del 11%, la saturación de los gasoductos le pone un techo a este incremento y obliga a depender de las importaciones de Bolivia y de GNL que, producto de la guerra en Ucrania, tendrán los precios más altos de la historia.