Más allá de la dificultad política de lograr la aprobación unánime de sus 27 miembros, la medida enfrenta un limitante técnico y abre la puerta a una disparada de precios en un contexto económico de inminente recesión.
La Unión Europea está a punto de tomar un paso de consecuencias impredecibles que no tendrá vuelta atrás y que abrirá una nueva era de relaciones geopolíticas en torno a la energía. Como parte del sexto paquete de sanciones económicas contra Rusia por la invasión a Ucrania, la Comisión Europea anunció este miércoles la decisión de avanzar en un embargo total de todo el petróleo ruso importado, los productos refinados y los servicios de transporte, financieros y de seguros vinculados a esta actividad.
Para entrar en vigencia, la medida debe ser aprobada de manera unánime por los 27 miembros de la comunidad, lo que parece una hazaña difícil de concretar dada la absoluta dependencia hacia el crudo ruso de tres países en especial que tampoco cuentan con salida al mar para encontrar un sustituto de manera más simple: República Checa, Eslovaquia y Hungría.
Los últimos dos son los que se mantienen más reacios a dar su visto bueno, por lo que Bruselas ofreció un plazo adicional de un año para concretar la transición. Sin embargo, desde Bratislava hablan de un mínimo de tres años para poder adaptarse a esta normativa, mientras que Budapest directamente plantea que es “físicamente imposible”, sin contar con el escollo que significa la estrecha relación política entre su primer ministro Viktor Orbán y Vladimir Putin.
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Pero más allá del desenlace de estas negociaciones para seducir a estos tres Estados, la propuesta deja a la economía europea en un escenario de extrema vulnerabilidad. En primer lugar, no está claro que la medida sea técnicamente viable. La conexión energética entre Rusia y Europa es tan grande que incluye una red de oleoductos difícilmente reemplazables por la importación portuaria de crudo proveniente de otros países.
Por un lado, Europa sencillamente no está preparada para un abastecimiento petrolero de esa magnitud mediante sus puertos. No tiene ni la capacidad portuaria, ni los depósitos de almacenamiento, ni los buques necesarios. A su vez, el mundo atraviesa un problema logístico enorme desde el surgimiento de la pandemia que se profundiza aún más en el servicio de buques petroleros. Y como si fuera poco, incluso si toda esta infraestructura no se viese desbordada, sería muy costoso llegar a los países mediterráneos sin acceso al mar y distribuir el crudo por todo el territorio de cada uno de ellos.
En segundo lugar, Bruselas quedaría a merced de una muy probable reacción rusa que podría proceder al repentino corte de sus envíos de gas tal como sucedió en Polonia y Bulgaria, lo que produciría una crisis energética y una disparada de precios sin precedentes que golpearía con fuerza a todo el aparato productivo europeo justamente en un contexto económico muy adverso en el que muchos analistas prevén una inminente recesión.
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“La suba de tasa de la Fed acelera las perspectivas de recesión y traza un cuadro donde el embargo no se ve factible, sino como una herramienta de presión. El mercado observa un barril que estará más cerca de los 100 dólares que de los 120”, indicó a EOL el analista financiero, Francisco Uriburu.
En esa misma línea se expresó el especialista en comercio exterior, Miguel Ponce, quien sostiene que la suba de precios de los últimos días -cuando el Brent pasó de 105 a 113 dólares por barril- se explica más por una caída significativa de la producción de petróleo convencional, pero destaca los últimos informes del JP Morgan que anticipan un barril a 185 dólares en caso de aprobarse el embargo.
“Vemos un freno de la economía desde China y una OPEP que le dice a Europa que el camino del embargo es imposible de concretar. Por eso, la unanimidad va a ser muy difícil de lograr. Una transición energética lleva décadas, no se hace de un momento a otro”, agregó.
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Como prueba de la alianza entre Putin y el príncipe heredero de Arabia Saudita, la OPEP decidió nuevamente mantener la cuota de producción adicional prevista de 432.000 barriles, desafiando una vez más los deseos de Occidente que se desespera por una mayor oferta.
Aun así, el consultor en negocios internacionales, Marcelo Elizondo, considera que la decisión política de los países líderes de la Unión Europea está tomada. “He hablado con autoridades diplomáticas europeas de las más importantes. Hay un tema político de temor a la dependencia hacia Rusia que logra equiparar el problema económico del gas. Yo no creo que haya una posibilidad de que el embargo total se ponga en practica inmediatamente, pero sí que lo van a terminar implementando tarde o temprano”, manifestó a EOL.
“Van a poner en marcha un programa de sustitución de la matriz energética de la dependencia rusa hacia otros orígenes y si Argentina hace las cosas bien, puede salir beneficiada en un modelo parecido al que proponen siempre los chinos. Europa traería la inversión, produce con sus propias empresas y se lleva los hidrocarburos. Hay un escenario geopolítico completamente nuevo y representa una oportunidad”, añadió.