El organismo internacional asegura que la disrupción y la incertidumbre que trajo el Coronavirus llama al diseño de mejores políticas energéticas en el mundo.
La Agencia Internacional de Energía estima que para el 2030 finalizará la era de crecimiento de la demanda global de petróleo y que dentro de veinte años el carbón representará el 20% de la demanda energética a nivel mundial, por primera vez desde la revolución industrial. Sin embargo, hace hincapié en que estos escenarios se atan indefectiblemente a las políticas que lleven adelante los gobiernos.
El tiempo de pandemia se prestó para la reflexión en varios sectores productivos. Ciertos paradigmas de producción y consumo se pusieron en cuestionamiento y el rubro energético no estuvo exento a los coletazos de este paréntesis que le significó una baja considerable en su demanda general y disparó algunas incógnitas.
En un documento recientemente publicado, la IEA (por sus siglas en inglés) sostiene que la respuesta de los distintos gobiernos en su salida del escenario actual tiene un papel protagónico si se pretende reformular el futuro energético. “Los esfuerzos por acelerar la transición energética y alcanzar metas en términos de cuidado del ambiente dependen de cómo los gobiernos responden a los desafíos actuales”, advierte el informe.
Con un valor del crudo y el gas que se recortó en cerca de una cuarta parte producto de la pandemia, “las compañías líderes de este sector han reducido sus ganancias en más de USD50 billones, en lo que va de 2020”, dice el informe. La Agencia, además, señala que “recursos de bajo costo, bajas emisiones y diversificación” son las tres consignas estratégicas que se están transforman en clave para muchas compañías petroleras y gasíferas.
Uno de los escenarios posibles, plantea el informe, es el de un avance tal de las renovables al punto que lleguen a cubrir el 80% del total de la demanda eléctrica a nivel global en la próxima década
El organismo internacional calcula que las emisiones de GEI van a verse reducidas en un 7% en 2020 y que la inversión en la industria energética en general, en paralelo, habrá caído un 18% al finalizar este año.
“Únicamente cambios estructurales veloces sobre el modo en que producimos y consumimos energía pueden quebrar la tendencia de emisiones en una buena dirección. Los gobiernos tienen la capacidad y la responsabilidad de tomar decisiones activas para acelerar la transición a energías limpias y ubicar al mundo en un camino hacia las metas climáticas, incluida la emisión cero de gases”, explica Fatih Birol, director ejecutivo de la IEA. Y a esto agrega que, a pesar de la marcada baja en las emisiones en 2020, “el mundo está lejos de hacer todo el esfuerzo posible para que disminuyan decididamente”.
A su vez, se señala que el crecimiento de las energías renovables estará encabezado por la energía solar, que experimentó una importante baja en sus costos en la última década. Uno de los escenarios posibles, plantea el informe, es el de un avance tal de las renovables al punto que lleguen a cubrir el 80% del total de la demanda eléctrica a nivel global en la próxima década
No obstante, subrayan que el desarrollo de las renovables debe ser acompañado por una “robusta inversión en las redes de transporte”. De lo contrario, las redes de transporte de la energía eléctrica terminaran siendo el eslabón más débil en la confiabilidad y seguridad del suministro eléctrico.
Con cierto optimismo respecto a la revisión a la que llamó la llegada del COVID-19, la IEA no deja de advertir que la decisión de acelerar el alejamiento de los combustibles fósiles pasa por decisiones políticas concretas: “en la medida que no haya mayores cambios en las políticas, sería demasiado prematuro vislumbrar una caída en la demanda del petróleo”.