El histórico temporal afectó la operación de toda la industria Oil&Gas y produjo masivos cortes de electricidad. El impacto en la inflación.
Lo extremo de las bajas temperaturas que se están registrando en los Estados Unidos golpean a la industria del petróleo y el gas y, en consecuencia, los bajos niveles de producción dan cuenta de que la injerencia del frío es mayor a la que se esperaba.
Las pérdidas en la producción diaria ya llevan tres jornadas consecutivas, lo que llevó a que el WTI y el Brent escalasen por encima de los USD 61 y USD 64, respectivamente, producto de la parálisis que experimentan gran parte de los yacimientos en suelo estadounidense. Lo mismo ocurrió con el gas natural que hoy están en más de 3,20 dólares el millón de BTU.
La cuenca Permian, ubicada en el estado de Texas, es la más grande del país y la que más se está viendo afectada debido al frío. Algunos analistas estiman que la caída productiva en esa cuenca puede rondar en niveles entre el 65% y el 80% de la cantidad de barriles habitual. El martes pasado, la franja texana de dicha cuenca estimó su producción en cerca de 700 mil barriles, cuando en una dinámica normal ese volumen llega a los 3.5 millones de barriles por día.
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Si bien en el hemisferio norte febrero suele ser el mes en el que se registren las temperaturas más bajas, estas heladas en territorio norteamericano han desatado problemas mayores que terminaron repercutiendo en el suministro de energía general en varias zonas. Los operadores de la zona de Texas se han visto obligados a frenar su actividad debido a que el crudo se congela al igual que las tuberías que pasan por los pozos.
“Problema integral de energía”
“El problema es trabajar con 20 grados bajo cero. Hacía mucho tiempo que no tenían un problema de esta magnitud. Se convirtió en un problema integral de energía: tienen problemas con la generación de electricidad, problemas logísticos y problemas con toda la producción en derivados de petróleo y gas”, dice el analista financiero Francisco Uriburu.
Texas, Arkansas, Oklahoma y Kansas son algunos de los estados más perjudicados por esta ola de frío polar que también generó una caída de nieve inusitada en la región. El último fin de semana, el consumo de energía eléctrica alcanzó un pico que derivó en un corte del suministro para al menos un millón y medio de usuario sólo en Texas.
Por su parte, Pablo Subotovsky, consultor de petróleo y reservorista, explica que “cuando vos diseñás una operación petrolera, sobre todo en las instalaciones de producción, lo que hacés es analizar las condiciones climáticas. Ves las temperaturas máximas y mínimas de los últimos 20 años y en función de eso diseñás las instalaciones”. Trae a colación el caso de Rusia, en donde a sabiendas de las temperaturas bajas que se registran en esa región, “tiene todas instalaciones preparadas para manejar el frío. A los caños se los recubre con un aislante o incluso se le pone heat-tracing, que es como una cinta calefactora, y en los equipos de perforación se habla del winterizado, que es cuando acondicionás un equipo para trabajar a bajas temperaturas”.
Esto es precisamente lo que no ocurrió en Texas, advierte Pablo. Al no tener instalaciones preparadas –debido a que el frío no es un rasgo característica de la zona– se produjeron todo tipo de problemas. Con el frío, “el petróleo –continúa–se suele parafinar, se pone muy viscoso y no lo podés bombear. En gas, se te forman hidratos. Como el gas tiene humedad, a baja temperatura esa poca humedad forma como una especie de hielo, y ese bloque de hielo te tapa los gasoductos. Si tenés un campo de petróleo, usás el gas para alimentar la red de electricidad, entonces si se hidrata, se frenan las bombas y se para toda la operación”.
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Uriburu también remarca que la industria petrolera en Estados Unidos cuenta con “varios millones de barriles guardados en su stock estratégico, pero para salir a reponer eso tienen que pagar un precio altísimo”. Las complicaciones se reproducen y el fenómeno funciona como un dominó que termina golpeando al discurrir cotidiano de varias industrias como la petroquímica y la operación normal de centrales eléctricas que necesitan hacerse con el gas.
A esto se suman todos los obstáculos en la logística, lo que termina por desencadenar no sólo problemas en la provisión de insumos y productos, sino también en los precios de los mismos. Como es sabido, el componente logístico –que se vale del petróleo como combustible– representa gran parte del precio final de los productos.
Esta problemática integral en materia energética de la que habla Uriburu puede llevar a que se dé un fenómeno global de suba de precios generalizado, lo que para el caso argentino podría significar un golpe más duro que para otras economías, que no cuentan con un alto nivel inflacionario tan sostenido en el tiempo.