El auge de las energías renovables encuentra al país en el lugar y el momento adecuados, con grandes chances de aprovechar esta “ventana de oportunidad”.
El uso masivo de los dispositivos tecnológicos, las telecomunicaciones y la informática, a los que en los últimos tiempos se sumaron proyectos de electromovilidad como autos eléctricos y la transición energética, pusieron al litio en el centro de esta nueva ola.
Pero si hay algo que caracterizó al mercado mundial del litio en los últimos años, en verdad, del carbonato de litio (LCE), que es el derivado industrial que utilizan las baterías de ion-litio, es la volatilidad de los precios internacionales. Al calor de la pandemia de coronavirus, el precio de la tonelada de LCE se derrumbó, luego de varios años con tendencia creciente. La clave, una vez más, fue la oferta y la demanda.
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Tras una suba constante entre 2010 y 2018 que llegó a 358% en ese período, la tonelada de LCE llegó a tocar 8.397 dólares, arrancando el raid en 1.855 ocho años antes. Son los valores para exportaciones argentinas porque el litio no es un commodity, sino que los precios se negocian entre las partes en cada contrato. Pero allí apareció un nuevo jugador, Australia, que virtualmente “rompió” el mercado con un gran salto productivo. El fuerte aumento de la oferta terminó beneficiando a las industrias informática, automotriz y energética por una sustantiva baja de los precios. Entre 2018 y 2019 el desplome llegó al 31%.
La irrupción del Covid-19 afectó la producción industrial y el comercio mundiales, lo que profundizó la baja de los valores pagados por el mineral en los mercados globales, retrocediendo otro 23%. Pero desde el piso de 4.478 dólares, se observó un rebote que se estima ya llega al 31%.
“Mientras que a nivel global la demanda de litio se ha recuperado, la oferta aún muestra señales de rezago. Esto está presionando sobre los precios de este mineral”, aseguraron a EOL fuentes de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM). En este contexto, se proyecta que los precios terminen el año en niveles similares a los de 2019.
Hacia adelante, el mercado presenta factores que presionan al alza sobre los precios, pero también otros que son claramente bajistas. Entre los primeros, pueden mencionarse el traspaso a transportes menos contaminantes, la vuelta de los subsidios en China y la Unión Europea y la “nueva normalidad”, con personas que usan sus vehículos para evitar el uso del transporte público.
Los factores bajistas se apoyan en la mayor oferta de jugadores como Australia, la persistencia de la crisis económica por el Covid-19, los precios del crudo que incentivan el uso de vehículos tradicionales y sobre todo, el “desarrollo de tecnologías sustitutas como las baterías de potasio-ion o hidrógeno”, sostiene un informe de la CAEM.
Consultado sobre qué incentivos fiscales o crediticios se requieren para impulsar la producción de litio, Luciano Berenstein, Director Ejecutivo de CAEM, señaló que se deben impulsar normativas que favorezcan la inversión y “como en cualquier otra gran inversión, lo que se necesita como base es que se garantice un contexto de reglas claras y un marco jurídico e impositivo estable”.
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Berenstein precisó que la velocidad del desarrollo minero “será clave para determinar qué países se convertirán en los principales productores de litio”, y dio un paso más. Dijo que “una industria de litio fuerte es el primer paso para interesar inversores en otro tipo de desarrollos”.
Jugador World Class
Siendo el cuarto productor mundial de litio (8% del total) y el segundo con mayores recursos detrás de Bolivia, Argentina busca ser un jugador de clase mundial, con grandes posibilidades de lograrlo. En la actualidad hay dos proyectos en operación, Mina Fénix (Livent) en Catamarca y Salar Olaroz (OroCobre Ltd., Toyota Tsusho Corporation (25%), JEMSE (8,5 %) en Jujuy.
Ambas empresas tienen planes de ampliación, con inversiones estimadas en US$ 640 millones en el caso de Mina Fénix, y de US$ 330 millones en Salar Olaroz. Pero no serán las únicas. En el país ya hay otros siete proyectos de litio en el noroeste país, que en conjunto movilizarán más de US$ 2700 millones en inversiones.
El más avanzado es Caucharí-Olaroz en Jujuy, que ya confirmó operaciones para comienzos de 2022. Además, se cuentan Centenario-Ratones, Salar del Rincón, Salar de Oro y Pastos Grandes, todos en Salta, y Sal de Vida y Tres Quebradas en Catamarca.