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Reactores Modulares Pequeños: una oportunidad para la energía nuclear argentina

El director del Organismo Internacional de Energía Atómica, Rafael Grossi, insistió en la posibilidad para el país de desarrollar una estrategia energética que incluyera a las opciones nucleares de bajo impacto.

Desde el accidente en Chernóbil, y luego Fukushima, hablar de construir reactores nucleares ha sido motivo de críticas desde múltiples sectores. El miedo a riesgos catastróficos está latente en la población. Aun así, esta fuente hoy aporta casi un 4% de la energía eléctrica a través de sus tres plantas: Atucha I, Atucha II, en provincia de Buenos Aires, y Embalse, en Córdoba.

Y si bien, hoy en día aportan menos, incluso que las fuentes de energía renovable, es una aspiración para el titular de la IAEA hacer del país, una potencia nuclear. En reiteradas ocasiones, el titular del organismo ha planteado esta fuente como una que puede acompañar a la transición energética. Una posición que, en las esferas científicas y cercanas al estudio del cambio climático, aún es muy polémica. Pero, ¿por qué?

Incluso el Panel Intergubernamental del Cambio Climático reconoce que la energía nuclear puede ser una opción para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mantener la producción energética. En su ciclo completo de vida tiene unas emisiones medias de 12 g CO2/kWh. O sea que no supera las emisiones que pueden generar fuentes como la eólica, pero sí la generación de energía.

Sin embargo, la energía nuclear ha sido controversial por varias críticas que, a través de los años, se han suscitado. Primero, se ponen en la mesa dos de los casos más graves de accidentes dentro de reactores nucleares: Chernóbil y Fukushima. Con diferentes intensidades, ambos casos han dejado secuelas que aún se ven en poblaciones cercanas a las explosiones de ambos reactores. La lista de afectaciones incluye cáncer, deformidades, infertilidad, retraso mental en recién nacidos y malformaciones.

En segundo lugar, aún sin necesidad de explosiones o accidentes, la fisión nuclear libera partículas altamente radiactivas como el Cesio 132, un isótopo que se deriva del proceso de generación de energía y que se libera al aire con cada proceso de fisión.

Tercero, este tipo de energía genera residuos radiactivos que no son de fácil tratamiento. Como se ha mencionado antes en este medio, uno de los mayores retos de los países con mayor desarrollo en este tipo de energía es el qué hacer con todos los depósitos de líquidos radioactivos que se generan.

Cuarto, las plantas nucleares llevan mucho tiempo para llegar a una producción energética ideal. Tan solo la construcción puede llevar 10 años. El desarrollo de este tipo de infraestructura, normalmente lleva mucha inversión y un regreso lejano. Pero para Grossi, esto no tiene que ser así.

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A diferencia de los reactores de fisión nuclear convencional, los reactores modulares pequeños (SMR por sus siglas en inglés) son aparatos más sencillos. Como lo describe la IAEA: “Los reactores modulares pequeños, que pueden desplegarse como central de un solo módulo o de varios módulos, ofrecen la posibilidad de combinar la energía nuclear con fuentes de energía alternativas, incluida la energía renovable”.

Los SMR son mucho más pequeños que los reactores convencionales que vemos en las películas, lo que permite construirlos en lugares que antes eran impensables como zonas rurales más remotas. Generalmente se prefabrican las unidades y luego se envían en partes para su instalación. Son sustancialmente más económicas y su fabricación es más rápida.

En el país hay un proyecto de construcción de un reactor del estilo. Su nombre es CAREM y desde 2014 se está construyendo en la localidad de Lima, en la provincia de Buenos Aires. Es el primer prototipo en construcción del mundo y pretende abastecer a más o menos 120.000 personas. Además de este, en Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos de América y Rusia hay otros SMR en fase de construcción o de concesión de licencias.

En su visita al país, el argentino y director general de la IAEA dio un recorrido por la construcción de CAREM y explicó: “existe -y yo lo puedo palpar cotidianamente por mis contactos con ministros de energía de muchos países, en particular de África, del Caribe, de países de medianos o bajos ingresos- un enorme interés y una enorme demanda en el plano internacional por los reactores pequeños y modulares”. Y agregó que “a partir del momento que la Argentina pueda concretar el prototipo del CAREM de 32 MW se van a abrir posibilidades comerciales enormes en un mercado estimado a futuro en 300 billones de dólares”.

Puesto que hasta ahora no existe ningún tipo de reactor como este, es difícil responder a una pregunta central: ¿Qué riesgos puede representar un desarrollo nuclear a partir de este tipo de reactores?

Según los argumentos de la IAEA, este tipo de reactores son menos riesgosos tanto por los materiales de construcción como por el tamaño. Esto podría mejorar las posibilidades de riesgo, sin embargo, aún todo es muy especulativo. Algunos organismos, como el International Journal of Advanced Engineering Research and Science han hecho modelos sobre la dispersión de cesio 137. Estos estudios concluyeron que hay menores posibilidades de contacto con la población puesto que pueden ser instaladas en sitios más lejanos a los núcleos urbanos.  No obstante, aún falta mucha investigación para conocer el verdadero impacto de estos reactores en materia de residuos.