La decisión de la OPEP+ de recortar la producción de crudo genera reacciones cruzadas en un mercado que hoy está caracterizado por la volatilidad.

Los precios del petróleo siguen al alza tras el fuerte envión que tuvieron el lunes pasado con subas que rondaron el 6% en el día, luego de que la OPEP+ anunciara el domingo que evaluaba recortar su producción en hasta 1,6 millones de barriles diarios (MMb/d).
En un mercado global aún convulsionado por el impacto de la crisis bancaria, que arrastró a la quiebra a dos bancos en Estados Unidos (Silicon Valley Bank y Signature Bank) y llegó al rescate del Credit Swisse, estimado en 3000 millones de francos suizos (US$ 3250 millones), los precios del petróleo muestran una tendencia alcista, aunque los analistas aún no se animan a predecir hasta cuándo durará.
Este martes la cotización del West Texas Intermediate (WTI), de referencia en el mercado norteamericano, subió 0,78%, hasta tocar los US$80,97 el barril de 159 litros, el mayor nivel en más de un mes.
Por su parte, el crudo tipo Brent del Mar del Norte, la referencia global en el mercado petrolero – también en Argentina- se mantiene estable, con una leve baja de -0,08%, cotizando a US$85,25 dólar el barril.
Club petrolero
La OPEP+ es un agrupamiento que reúne a los diez principales países petroleros más algunos grandes productores que no pertenecen al club, como Rusia, Kazajistán y México.
El domingo pasado sorprendió con el anuncio de un recorte de producción, que se suma a otro similar de 2 millones de barriles/día adoptado en octubre de 2022. Ahora serán 1,6 MMb/d, liderados por Arabia Saudita que recortará su aporte a la oferta global en 500.000 MMb/d, una baja que comenzaría en mayo y podría extenderse, en principio, hasta fines de año.
Pero más allá del movimiento de precios, lo cierto es que la medida tiene consecuencias en la geopolítica energética a nivel global, con incidencia en el conflicto entre Occidente y Rusia por la guerra en Ucrania, los precios de la gasolina en Estados Unidos, el mercado de gas natural y hasta el proceso inflacionario que atraviesa el mundo.
El primer impacto se verá muy pronto en los precios de la gasolina que pagan los automovilistas estadounidenses. Tendrá repercusiones también en el precio del gas natural, que vio caer sus valores, en un contexto de menor demanda por parte de Europa, pese al crudo invierno.
Mientras algunos analistas aseguran no comprender las razones que están detrás de esta reducción de la oferta de petróleo, lo cierto es que la jugada bien podría beneficiar a Rusia.
Desde fines del año pasado, los países nucleados en el G7, que agrupa a las economías más industrializadas del mundo (Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Francia, el Reino Unido e Italia) vienen madurando la idea de una sanción en términos de precios a Rusia. De hecho, en febrero impusieron al petróleo ruso un precio tope fijado en US$60 el barril, el llamado price cap.
Juego global
Con el Brent en niveles de 85 dólares, lo que ocurre es que la brecha hoy es tan grande que podría obligar a Occidente a rever la medida o como mínimo subir el price cap. De lo contrario, podrían enfrentarse a una menor oferta, lo que para países como Japón, Alemania, el Reino Unido o Italia, podría tener graves consecuencias.
Pese a ello, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, indicó el pasado lunes que los cambios que la medida de la OPEP+ podría llevar a una reevaluación del límite de precios, aunque todavía no parece ser el momento.
“Por supuesto, eso es algo que, si decidimos que es apropiado volver a analizarlo, podría cambiarse pero no veo que sea apropiado en este momento”, anticipó Yellen en diálogo con la prensa acreditada en el Tesoro.
Y agregó: “No sé si esto es lo suficientemente significativo como para tener algún impacto en el nivel apropiado del límite de precios”.
Pero bajo las actuales circunstancias, los analistas comienzan a recalcular sus estimaciones de precios del petróleo para los próximos meses y ya empieza a sobrevolar nuevamente el fantasma del barril de crudo a un nivel de US$100, lo que vendría a echar nafta, literalmente, al fuego de la inflación global.