Inicio Ambiente Sequías: el futuro de los biocombustibles tambalea ante el cambio climático

Sequías: el futuro de los biocombustibles tambalea ante el cambio climático

Debido a las consecuentes y prolongadas sequías que amenazan a la zona mesopotámica, Argentina puede ver cuarteado el desarrollo de esta industria y especialmente en el segmento del biodiésel.
Rain clouds move over the remnants of parched cornstalks on Aug. 22 near Wiley, Colo. A summer storm came too late to help farmers whose crops were decimated in the wide zone of exceptional drought in Colorado’s eastern plains.

Hace unas semanas, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) reportó que habría una caída en la producción de soja; la cifra más baja en 14 años. La razón principal, explican, fue el largo periodo de sequía que ha golpeado la zona y que, según el segundo grupo de científicos del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, es probable que sea cada vez más frecuente y largo, especialmente en la Mesopotamia argentina. En otras palabras, la zona más productiva del país puede estar entrando en un túnel de dificultades. Para el biodiésel, que únicamente se procesa de la soja, la falta de lluvias se convierte en una limitante que puede modificar el óptimo, pero incipiente desarrollo de esta industria.

“El biodiésel es funcional no solo como fuente de combustible, pero para bioinsumos y diferentes industrias; la soja, por su parte, se deriva en más de 400 productos”, comentó en diálogo con EOL, José Celichini, experto en producción de agrícola de la pampa húmeda.

Los fuegos que arrasaron más de 780 hectáreas de pastizales, humedales, bosques y cultivos en Corrientes empotraron la idea de que las consecuencias del cambio climático están más cerca de lo que se previó. Sin embargo, esta es solo la evidencia puntual de un proceso que lleva varios años amenazando la región.

La sequía, que fue el factor que propició los incendios en primer lugar, lleva varios años recurriendo, sobre todo, en las provincias de Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos y Provincia de Buenos Aires. Un fenómeno que incluso el ministro de Medio Ambiente, Juan Cabandié, atribuyó a los efectos del calentamiento global y que ha representado uno de los fuegos más grandes de la historia moderna en el país.

Aunque ha habido variaciones, las sequías se han incrementado con respecto a décadas pasadas y las olas de calor han sido más prolongadas. Los impactos a la fauna y flora de la zona son una parte del golpe, pero también se puede ver en juego la producción de uno de los principales cultivos exportables: la soja.

2018 es un año que recuerda la estrecha relación que las condiciones climáticas tienen con la producción y la generación de divisas. Las sequías -en conjunto con los estragos financieros- de ese año provocaron una caída del 2% en el PBI.

La recesión comenzó en el segundo trimestre, cuando la producción agrícola cayó 32% anual debido a la grave sequía y, del lado de la demanda, las exportaciones se contrajeron más del 8%.

Tras el periodo de secas de este año “se perdió el 30% de la producción que se esperaba al tiempo de siembra” en la región núcleo de la producción -la zona mesopotámica-, concluyó en su reporte la BCR. “Será la producción más baja de los últimos 14 años”, agregó.

Esto será un efecto que en los próximos años tendrá mayor frecuencia además de mantenerse por periodos más largos. Así lo dictaminó el último reporte del equipo de “impactos y mitigación” del Panel Intergubernamental.

La región SES (South East South por sus siglas en inglés), tendrá inevitablemente periodos más largos de calor y más cortos de frío, informa el IPCC. Esta zona recorre desde el sur de Brasil hasta la pampa húmeda en la Argentina. Y aunque la variabilidad depende de varios factores, los científicos advierten que es “altamente confiable” que estas predicciones sucedan, aun reduciendo las emisiones de CO₂.

En ese sentido el biodiésel se verá fuertemente golpeado. Especialmente porque la soja es el único grano del cual la joven industria se abastece para producir combustible. Los biocombustibles son fuentes de energía que genera entre un 64 y 70% menos emisiones que los derivados del petróleo.

En la Argentina hay dos tipos de biocombustibles: el bioetanol y el biodiésel. Mientras que el primero está hecho de maíz o caña de azúcar, el segundo únicamente se forma a través de la transformación de la soja. Al rededor de un 10% de la soja se transforma en este “combustible verde” que esperaba alcanzar este año una producción neta de 76,5 millones de toneladas y que perdió un 30%.

Existen diversas estrategias para actuar con respecto a las sequías. Primero que nada, cada lugar y cada zona tiene diferentes condiciones, incluso dentro de las propias provincias. “Habría que eficientizar eso. Si hay zonas con mucha sequía hay otros granos que se pueden plantar para hacer la zona aprovechable”, opinó Celichini.

Agregó que el aceite de soja es el que se usa como materia prima para el biodiésel, existe una rivalidad entre lo destinado al consumo humano o animal -en harina y aceite-, o lo destinado al biocombustible.

“El tema es que la producción de biodiésel no debería depender únicamente del aceite de soja. Debería tener como factor otros aceites no comestibles o no tan dependientes de la alimentación humana o animal: el aceite de palma, el aceite vegetal utilizado (AVU), el plástico recuperado que también se puede utilizar, algas que captan anhídrido, carbónico del aire”, opinó Celichini.