Inicio Gas Aseguran que el gas de Vaca Muerta puede ayudar al campo a...

Aseguran que el gas de Vaca Muerta puede ayudar al campo a expandir la frontera agrícola

El reemplazo de gasoil por GNL en la maquinaria reduciría el costo de producción y ahorraría millones de dólares en importaciones. El plan de licuefacción in situ en pequeños módulos.
Planta compresora de Galileo.

En un mundo en el que se proyectan precios bajos del GNL por varios años, muchos especialistas aseguran que el futuro del gas de Vaca Muerta está en el mercado doméstico. Si existían dudas al respecto, la pandemia no hizo más que confirmarlo.

El desplome de la demanda internacional generó tal excedente de hidrocarburos que le permitió a la Argentina importar gas licuado a un promedio de 2,7 dólares el millón de BTU, casi un dólar por debajo de lo que piden las petroleras locales en el plan de estímulo que negocian con el gobierno.

A pesar de que seguramente estos insólitos valores no se conseguirán en la pospandemia, para que el fluido argentino sea competitivo en los puertos internacionales sería necesario un precio de por lo menos seis dólares teniendo en cuenta los costos de transporte, licuefacción y flete. De hecho, los CEOs de las transportistas TGN y TGS elevan este piso al rango de ocho dólares, algo que muy pocos analistas consideran factible en el corto a mediano plazo.

Pero incluso de concretarse este improbable escenario, Argentina necesitaría conseguir más de 7.000 millones de dólares para financiar la construcción de un nuevo gasoducto a Bahía Blanca y la correspondiente planta de licuefacción en dicha ciudad.

La construcción de demanda local por vía agropecuaria

El uso interno de los recursos gasíferos de Vaca Muerta no solamente aparece como la opción más viable al analizar los costos, sino que también podría generar un valor agregado más redituable en términos fiscales, a la hora de crear puestos de trabajo y de generar divisas vía exportaciones.

El problema es que esta salida también exige inversiones -aunque mucho menores- en infraestructura y logística. Por lo tanto, la restricción externa del país obliga a una minuciosa evaluación de las mejores alternativas antes de ejecutar un proyecto. En ese sentido, el sector agropecuario emerge como uno de los posibles clientes de mayor potencial.

Según un paper del consultor energético Cristian Alonso Sisini -al que accedió este medio- si el campo argentino reemplazara el gasoil por GNL como combustible de su maquinaria, reduciría sus costos de tal manera que podría expandirse la frontera agrícola al entrar en producción tierras que hoy no resultan comercialmente explotables.

En particular, el trabajo hace mención a los campos del oeste de la Provincia de La Pampa, que por su cercanía con los yacimientos gasíferos de Mendoza y Neuquén, tornaría mucho más eficiente el abastecimiento del fluido por los menores gastos en logística al prescindir del uso de gasoductos.

“Lo ideal es que en un radio de 200 km a la redonda el campo tenga una planta de licuefacción y una planta de acopio o terminal de tren. Con 7.000 toneladas al año de GNL se puede abastecer la producción de 328 mil hectáreas, que incluso con una productividad baja, podrían generar unas 590 mil toneladas de soja al año. Como serían tierras que no están en producción, el Estado podría beneficiarlas con una retención segmentada del 20%, lo que no implicaría costo fiscal alguno. Esto representaría un ingreso de 45,5 millones de dólares adicionales al año para el fisco por cada planta modular”, explicó Alonso Sisini a EOL.

La ventaja de las microplantas de licuefacción in situ

A diferencia del proyecto que proponía el ex presidente Mauricio Macri de una mega planta licuefactora de exportación en Bahía Blanca de 5.000 millones de dólares, el paper de Alonso Sisini sugiere instalar microplantas modulares en el propio lugar de extracción del gas como las que ya fabrica la empresa Galileo.

La ventaja de esta tecnología radica, en primer lugar, en el aprovechamiento del gas “venteado”. Es decir, que no implica un incremento de la producción de hidrocarburos, sino que trabaja sobre los fluidos desperdiciados.

“En 2019 se ventearon 1.219 millones de m3 de gas. Si sólo nos limitamos a los yacimientos que ventean por encima de las 20 toneladas día de GNL equivalente; cantidad que justificaría una planta de licuefacción modular económicamente razonable; la cifra se reduce a unos 994 millones. Con esa cantidad podríamos sustituir importaciones de gasoil por 590 millones de dólares anuales”, compara este ingeniero industrial.

Por otro lado, se trata de inversiones mucho más razonables para un país como la Argentina del orden de los 10 millones de dólares por planta, que a su vez se podrían recuperar muy rápidamente. En este caso, los módulos pueden montarse en un lapso de entre seis a nueve meses -cuando las grandes plantas demoran al menos tres años- para luego entrar a generar un ahorro de 6 millones de dólares al año en sustitución de importaciones de gasoil.

La amenaza de penalidades ambientales

La transición energética hacia fuentes renovables y la descarbonización de la economía en general a nivel mundial tiene una contra cara que no siempre es tenida en cuenta a la hora de tomar decisiones a largo plazo: la posibilidad de penalidades impositivas sobre países o productos con una alta huella de carbono.

Tal como se observa en la discusión del Acuerdo de Libre Comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, donde las principales potencias del viejo continente se negaron a seguir con las negociaciones producto de la política forestal del brasileño Jair Bolsonaro, el debate ambiental tiene tanta o más relevancia que la cuestión arancelaria.

Frente a este clima de época es que muchos anticipan que no faltará demasiado tiempo para que las economías más avanzadas saquen provecho de su liderazgo en esta carrera y comiencen a gravar las exportaciones de aquellos que no se adapten a la globalización verde. De hecho, la Unión Europea ya aviso a sus importadores de gas que revisará las cifras de venteo y estudiará algún tipo de tarifa.

El debate entre los costos y beneficios de tomar este camino pude ser muy complejo en la mayoría de los países emergentes, pero parece mucho más sencillo en Argentina a raíz de su potencial gasífero: un fluido que por su menor contaminación respecto a los derivados de petróleo es considerado como el combustible de la transición hacia las renovables y que en nuestro país resulta mucho más económico que el gasoil.

“El uso del gasoil está siendo penado impositivamente por razones ambientales en el mundo. Y muchos tienen miedo de que empiecen a elevarse esos estándares ambientales. En su momento, el gasoil tenía una discriminación impositiva a favor, pero eso se perdió. Hoy la ecuación es otra y muchos están trabajando en el GNL”, subrayó a este medio el especialista en comercio exterior y director de la consultora DNI, Marcelo Elizondo.