Amenaza con aplicarles un impuesto “a la renta inesperada” y propone suspender el impuesto federal a la nafta para que baje el precio del surtidor, su única esperanza de cara a las elecciones legislativas.

El presidente Joe Biden jugó su última carta en materia electoral. Se puso al frente de las negociaciones con las principales petroleras estadounidenses y logró una baja transitoria del 6% en el precio del barril del WTI.
Tras una serie de duros cruces con la industria del Oil & Gas, el mercado interpretó un resultado positivo que se trasladó en los futuros del barril norteamericano que bajó de manera bastante más abrupta que el Brent y se ubicó en 102 dólares.
“Hay una especie de acuerdo a cambio de que no le pongan un impuesto extraordinario. Sabe que es la única forma de bajar la inflación, ya que quedó claro que la suba de tasas de la FED solamente incrementó las posibilidades de una recesión”, afirmó a EOL el analista de mercados, Francisco Uriburu.
El líder demócrata está amenazando con aplicar una especie de impuesto “a la renta inesperada” sobre las petroleras y ahora propuso suspender el impuesto federal sobre las naftas para lograr una baja en el surtidor que está a niveles récord de 5 dólares por galón.
[¿Puede bajar el precio del petróleo frente a la posible recesión mundial?]
Las charlas continuarán este jueves en una reunión con la secretaria de Energía, Jennifer Granholm, donde se analizarán todas las variables para reducir los precios y poder abastecer la intensa demanda de combustibles que suele generarse durante la temporada veraniega.
De todos modos, será difícil que la iniciativa del Ejecutivo prospere en el Congreso. Los republicanos harán todo lo posible para bloquearla para evitar cualquier beneficio político para la Casa Blanca, mientras que muchos demócratas temen que desfinancie al fondo fiduciario de carreteras y genere problemas en la ejecución de obras de infraestructura en sus distritos.
Hasta el momento, la relación entre la administración Biden con la industria petrolera ha sido de las peores que se recuerden en los Estados Unidos. Llegó a la Casa Blanca con fuertes críticas a las empresas y proponiendo un ambicioso plan de energías renovables que finalmente no prosperó y, desde la guerra en Ucrania, las culpa de la alta inflación acumulada.
En tanto, el CEO de Chevron, Michael Wirth, escribió una carta pública donde acusa al demócrata de “vilipendiar a la industria” con “acciones que no son beneficiosas para afrontar los desafíos que enfrentamos”.