La reducción crítica del nivel del agua lleva casi 300 días y amenaza con extenderse. Lejos de lo que muchos creen las represas hidroeléctricas son parte de la solución.

La escasez de agua en la cuenca del Paraná ya lleva más de dos años desandando un proceso que llevó el nivel del río a su marca más baja en 77 años y que desde hace casi 10 meses en forma ininterrumpida registra “niveles inferiores al límite de aguas bajas”.
Esto determinó un prolongado período de sequías por falta de lluvias en casi toda la cuenca del Plata, cuyo resultado es “un déficit hídrico que se fue agudizando, reduciendo la disponibilidad del recurso en todos los países de la región”, señaló días pasados Juan Borús, subgerente de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del Instituto Nacional del Agua (INA).
No es un tema menor, habida cuenta de que la bajante, que comenzó a fines de 2019, poco antes de la irrupción de la pandemia en Sudamérica, y que se profundizó a partir de febrero de 2021, ya lleva 291 días en niveles bajos, según el último informe de la Situación Hidrológica de la cuenca, del pasado 29 de diciembre.
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En este relevamiento el hidrómetro de Paraná registró 0,22 metros, mientras que el de Rosario 0,18 metros, lo que arrojó “291 días con niveles inferiores al límite de aguas bajas”. No casualmente la bajante de este río fue incluida entre los principales desastres ambientales de 2021.
“Esta disminución del caudal tiene un impacto directo en el abastecimiento de agua para consumo humano, la generación de energía y la navegación”, indicó Borús.
Desafío fluvial
El panorama es complejo y las previsiones para el corto plazo no son alentadoras. Sólo para tener en cuenta la foto de las principales represas de la cuenca, el último informe de situación hidrológica asegura que Itaipú (represa binacional de Paraguay y Brasil) tiene un caudal con “leve tendencia descendente”, a partir de la entrada de 5700 m3/segundo y salida de 6100 m3/s.
En cuanto a Yacyretá (Argentina-Paraguay), mantuvo su caudal en forma más o menos estable pero de “rango acotado entre 7400 m3/s y 6000 m3/s), con leve tendencia descendente. Sin embargo, el informe destaca que “el promedio semanal de 6500 m3/s permanece en el orden de magnitud de la mitad del promedio de los últimos 25 años”.
En Salto Grande, represa emplazada sobre el río Uruguay y administrada en forma binacional por Argentina y Uruguay, registra un nivel de 600 m3/s y “no se espera repunte”, señala el informe de situación hidrológica del INA.

En líneas generales, la bajante es un fenómeno que afecta a toda la cuenca, desde el río Paraná en Brasil, el río Iguazú, el Paraná en el tramo paraguayo-argentino, el río Paraguay, el río Paraná en territorio argentino y el Uruguay.
“La tendencia climática actualizada con horizonte en el 28 de febrero es en principio desfavorable, pero con la probabilidad de eventos de corta duración intensos”, sostiene el informe. No obstante, “no se esperan eventos persistentes que puedan aliviar sensiblemente la situación de escasez y bajante extrema que predomina en la región”.
La clave hacia adelante parece estar en la posibilidad de lluvias en la cuenca no regulada, al sur de Brasil, que es la que tiene respuesta más rápida ante las precipitaciones.
En este sentido y en relación a las perspectivas relativas a la bajante del Paraná, el presidente del Instituto Nacional del Agua, Juan Carlos Bertoni, en una entrevista radial sostuvo este martes que “el panorama es desfavorable para todo este verano”.
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Esto se debe a lluvias muy débiles en toda la cuenca superior del Paraná, y los ríos Paraguay e Iguazú. En este contexto, también las propias cuencas hidrográficas están con un nivel de humedad muy bajo en el suelo, literalmente están secas. “No solo se necesitan lluvias, si no que sean sostenidas para cambiar la tendencia de bajante”, explicó Bertoni.
En cuanto al meneado tema de las represas al sur de Brasil, que han sido cuestionadas por grupos ambientalistas y parte de la prensa como causa de la sequía, Bertoni fue categórico: “Gracias a las represas de Brasil la bajante no ha sido tan extrema, los caudales mínimos del Paraná que hemos tenido hubiesen sido mucho menores si no estuvieran las represas de Brasil”.
En ese sentido, el presidente del INA señaló hoy Brasil tiene almacenado el 25% del volumen de agua de las represas, pero a principios de noviembre hubo una situación muy crítica cuando ese nivel llegó al 17%.
“La bajante del Paraná es muy seria para Brasil, y también para Paraguay y Argentina”, remarcó Bertoni y estimó que “para este 2022 posiblemente podamos suplirla un poco con el aporte de las represas”, además de algunas lluvias que se están dando en la parte muy superior de la cuenca.