En mayo, la producción aumentó un 14% en petróleo y un 18% en gas. A raíz de la calidad de su crudo, ya se convirtió en el tercer mayor exportador a China.

El Presal de las costas de Brasil reactiva la actividad hidrocarburífera nacional y se pone al hombro a casi la totalidad de la actividad de la industria con un crudo que gana reconocimiento internacional por su calidad y por su potencial.
En medio de una crisis económica y sanitaria que ubica al gigante de Sudamérica como uno de los países más golpeados por la pandemia –el tercero en tasa de contagios a nivel mundial y el segundo en número de muertes–, este recurso offshore ubicado hasta unos 7.000 metros de profundidad, cerca de las costas de los estados de San Pablo y Río de Janeiro, logró en mayo una producción de crudo cercana a los 2,7 millones de barriles diarios, lo que implica un crecimiento del 14% respecto al mismo mes del año pasado.
Para entender la magnitud de lo que implica uno de los descubrimientos petroleros más resonantes a nivel mundial de los últimos diez años, su producción representa el 93% de la producción de petróleo de Brasil y un 71% de la producción hidrocarburífera total.
También durante el mes de mayo, Brasil exportó a China 20 millones de barriles, un volumen 17% mayor a lo comercializado en mayo del 2020 y ya es el tercer mayor exportador mundial de petróleo a ese país, el mayor importador del planeta. Estas exportaciones se ven respaldadas por una calidad de crudo que gana popularidad sobre todo en refinerías de Asia y que, en su composición, cuenta con 27 grados API y un sulfuro en torno a los 0,27%, lo que lo ubica en una mejor posición incluso que el Brent, la referencia a nivel mundial.
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En cuanto al gas, el último mes registró un crecimiento todavía mayor del 18%, pero como explicó EOL, el venteo sigue siendo el principal destino de este recurso hoy desperdiciado. No obstante, cuando el país vecino termine los gasoductos proyectados para poder transportar el fluido desde las plataformas marítimas hacia las futuras plantas de procesamiento en la costa, se convertirá en un jugador de primera clase mundial también en la ventana del gas.
Al ver el posible desarrollo gasífero que podría llegar a implementar Brasil en los próximos años la comparación con la competitividad de Vaca Muerta resulta indefectible. Por lo que, si se pone la lupa en escenarios futuro, también surge la incógnita de si continuaría teniendo sentido encarar la obra de un gasoducto para conectar Vaca Muerta con Porto Alegre.
Cristian Alonso Sisini, ingeniero industrial y consultor energético, dice que es muy temprano para estar pensando cómo este recurso gasífero de Brasil puede terminar impactando en el escenario exportador de Vaca Muerta, no sólo por el horizonte productivo que puede llegar a tener el Presal, sino también por el destino que quiera darle el país a este mercado.
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Al ser inversiones más costosas, quien ubica el capital en la producción offshore quiere recuperarlo antes. Por supuesto, explica, “depende del tamaño del yacimiento, pero no me sorprendería que los horizontes de producción fueran menores”.
A su vez, es conocido el plan del gobierno Bolsonaro para industrializar el recurso y diversificar su matriz energética, objetivos que ubican por encima de una eventual exportación. Así se abre una incógnita respecto a cómo Brasil encarará este recurso, con qué foco lo abordará, teniendo en cuenta que, a partir de una dependencia de la hidráulica en su matriz energética, la infraestructura dentro del mercado de gas está muy poco desarrollado. La injerencia que tiene el gas al día de hoy en generación eléctrica es nimia comparada con el peso de las hidroeléctricas, pero no hay certezas de que contar, eventualmente, con cuantiosas reservas de gas pueda derivar en una mayor diversificación de su matriz.
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Por lo pronto, según Alonso Sisini, el gas que pueda producir Brasil “va a ser un excelente combustible alternativo en Brasil, les va a poder dar una generación alternativa y confiable de energía en la forma de ciclos combinados. Le va a permitir disminuir combustibles líquidos como el gasoil, de modo de reemplazarlos por un combustible más barato que no requiere una inversión en refinería, sino que es únicamente el tratamiento del gas y la licuefacción”, explica. De este modo, subraya, a través de esa matriz, “brindaría competitividad a una parte de la industria brasileña que hoy no tiene esa ventaja”.
Ante la posibilidad de que el gobierno brasilero decida realizar la inversión para construir una planta de licuefacción, “habría que ver con qué precio Petrobras comercializa el GNL. Muchas veces, es una contratista cara. Cuando terminan viendo el precio de lo que le salen las cosas, es caro. De ser así, podría ser que el gas brasileño no sea competitivo para llegar a Porto Alegre. Si, por el contrario, el GNL tiene precios diferenciados para centrales y termina siendo muy barato, entonces ahí sí puede haber un problema para llegar con el gas de Vaca Muerta. Es una cuestión de precios”, aclara.