Luego de la salida de Nielsen, la petrolera deberá resolver el escollo financiero y conseguir capital para acelerar las inversiones en Vaca Muerta.

YPF está en un momento bisagra. Luego del torbellino provocado por la renuncia de su presidente, Guillermo Nielsen, deberá recuperar la confianza de los mercados para renegociar sus obligaciones financieras y conseguir el capital necesario para acelerar el desarrollo de Vaca Muerta.
Como explicó EOL, el cambio en la cúpula desplomó casi un 7% las acciones de la compañía en Nueva York durante el miércoles y, este jueves, la cotización mantuvo el sendero descendente con una baja adicional del 8,3%.
Esto complica el diálogo con sus acreedores en plena reestructuración de una deuda que alcanza los 6.600 millones de dólares -de los cuales 400 millones vencen en el mes de marzo- y que refleja la grave situación heredada de la gestión macrista a cargo de Miguel Gutiérrez.
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“Cuando a Macri no le prestaban más dólares, uso a YPF Luz para emitir bonos al 10,5% y conseguirle dólares al Banco Central. Ahora está totalmente descapitalizada y con un fuerte problema de confianza al estar el Estado involucrado”, señaló a este medio el analista de mercados, Francisco Uriburu.
Según el analista, para dar vuelta la página, sería más exitoso emitir bonos convertibles en acciones que pagan una tasa mucho menor. “Fue un error poner un colateral como garantía de las exportaciones de petróleo. La refinanciación no está teniendo éxito y va a seguir así. Hay que dar marcha atrás y emitir bonos convertibles para cubrir los próximos vencimientos y recién cuando el Gobierno llegue a un arreglo con el FMI se podrá armar un refinanciamiento general para YPF”, agregó.
Lo que está claro es que es imperioso cortar con este círculo vicioso que inició con la agresiva primer oferta de reestructuración, siguió con la baja de calificación de Credit Suisse y ahora continúa con un mercado completamente shorteado que derrumba el precio de la petrolera nacional.
Al mismo tiempo, la pata financiera es el principal limitante para encarar el otro gran desafío que tendrá la era Pablo González: revertir el declino de la producción, recuperar el share market perdido durante la gestión de Macri -especialmente en gas natural-, y conseguir saldos exportables que diversifiquen los ingresos de la empresa, hoy totalmente dependientes de si el contexto político autoriza o no cada aumento de combustible necesario para acompañar la inflación y los vaivenes del barril internacional.
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En ese sentido, en el gobierno comparan el perfil de González con el de Darío Martínez. Es decir, un cuadro con muñeca política y cierto conocimiento del sector que sabe manejarse a través de los distintos resortes de poder para sacar adelante medidas que, en este caso, favorezcan los intereses de la compañía.
Actualmente, la empresa tiene nueve equipos de perforación en actividad, de los cuales siete están operando en Vaca Muerta con el objetivo de duplicar la producción del shale gas para el próximo invierno. Sin embargo, está lejos de ser suficiente para cumplir con el objetivo inicial con el que ingresó Alberto Fernández a la Casa Rosada: resolver la restricción externa a través del vector energético. La inserción internacional argentina será otra de las claves a la hora de planificar ese rumbo. Es que, incluso con una empresa ordenada desde el lado financiero, el capital necesario para desarrollar el no convencional neuquino exige establecer una serie de alianzas para asociar a gigantes internacionales dispuestos a invertir.