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Calentamiento global: alarma en la ONU por la producción creciente de los combustibles fósiles

El organismo advierte que los gobiernos deberían declinar la producción de petróleo, gas y carbón, cuando lo proyectado muestra que la actividad aumentaría en la próxima década.

Al margen de la pandemia (o no tanto), el cumplimiento de las metas ambientales de una gran cantidad de países han sido una de las principales características del 2020. Con el correr de los meses, fueron ganando notoriedad los objetivos que se pusieron distintas gestiones de gobierno en torno a lograr un avance de las energías limpias y así provocar una merma en la emisión de gases de efecto invernadero. Sin embargo, un informe reciente de las Naciones Unidas considera que no son buenos los indicios actuales en la materia y que la dirección establecida en el Acuerdo de París no se condice con la acción de los gobiernos del G20.

En un cuestionamiento muy duro a los planes productivos de gas, petróleo y carbón en varias regiones del planeta, el informe sostiene que “los países planean incrementar la producción de combustibles fósiles en la próxima década, incluso cuando las investigaciones indican que el mundo necesita un decrecimiento de la producción en un 6% por año para lograr el limite de calentamiento global en un 1.5°C”.

Esa es la cifra que el Acuerdo de París estableció como incremento del calentamiento global límite en este siglo. De cualquier modo, hay varios indicadores que dan cuenta de que, a este ritmo de emisiones, ese límite se podría sobrepasar entre el 2030 y el 2052.

De modo de que la meta del 1.5°C siga en pie, la producción global de carbón, crudo y gas debería declinar en forma anual, entre 2020 y 2030, en un 11%, 4% y 3%, respectivamente. Por el contrario, la realidad indica que, según lo proyectado por los países, se dará un incremento anual del 2% en este tipo de producciones.

“A la fecha –explica el informe–, los gobiernos del G20 han destinado más de USD 230 millones en medidas por el COVID-19 dirigidas a sectores vinculados a la producción de combustibles fósiles, mucho más que lo destinado a las energías limpias (USD 150 millones). Los que llevan adelante estas políticas deben cambiar este rumbo para alcanzar las metas climáticas”.

Son varios los analistas que se plantean qué efecto terminará teniendo la pandemia en cuanto al norte de ciertas prácticas o acciones, a la revisión de ciertos hábitos no sólo en la sociedad civil sino también en el sector productivo. Por lo pronto, las Naciones Unidas no expresan una mirada optimista y sostienen que “la crisis del COVID-19 ha tendido a intensificar patrones existentes previo a la pandemia”.

Petróleo y gas en Argentina

En esta misma línea, el reporte agrega que jurisdicciones que ya subsidiaban fuertemente la producción de combustibles fósiles incrementaron este sostén y, entre otros países, se menciona a la Argentina dentro de estos casos. Al referirse al caso argentino, el texto habla de un “soporte incondicional a la producción” de este tipo de combustibles, además de “la baja de impuestos en las exportaciones”.

Allí se estima que, en los próximos diez años, la Argentina aumentará la producción de petróleo en un 130%. Y de este diagnóstico se desprende la idea de que la ONU no mira con buenos ojos acciones de subsidio a la producción de fuentes de energía que no sean limpias, como, por ejemplo, el Plan Gas y la fracción de lo que le permitiría al Estado recaudar en caso de que el impuesto a la riqueza se instrumentara.