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El cambio de paradigma en la movilidad

La energía destinada al transporte representa aproximadamente un 26% de la matriz mundial, lo que posiciona a la electromovilidad como un factor clave de la transición energética junto a las renovables.
Vehículo eléctrico, fuente: BloombergNEF
Vehículo Eléctrico Fuente: BloombergNEF.

El elevado uso de energía destinado al transporte pone a la electromovilidad como un elemento clave de la transición energética. Aproximadamente un cuarto de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) corresponden a este sector, porcentaje que es aún mayor en Latinoamérica debido a que nuestros sistemas de transportes son más ineficientes que en otras partes del mundo. En Argentina, por ejemplo, ese valor alcanza el 30%.

Dicha transición ya está ocurriendo. Mientras que en el 2012 el parque de vehículos eléctricos a nivel mundial era apenas de 110.000 unidades, actualmente supera los 4 millones de unidades y para el 2030 se proyecta que será de 125 millones o quizás más.

El liderazgo de esta carrera -tanto en conocimiento como en desarrollo tecnológico- es encabezado por China, que acapara un tercio del total de vehículos eléctricos y más del 40% en su producción. Junto a Estados Unidos y la Unión Europea, logró una creciente penetración en el mercado gracias a modelos nuevos, políticas de promoción y reducción de costos de componentes.

Pasajeros globales acumulados de vehículos eléctricos: ventas, actuales y previstas.
Cantidad de ventas globales de vehículos eléctricos actuales y previstas.
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En este último punto juega un rol fundamental la fabricación de baterías de litio, que explican cerca del 50% del costo del vehículo eléctrico. Si bien su valor sigue siendo muy elevado, se ha reducido en más de seis veces desde el 2010 y actualmente ya es inferior a los 200 USD/kWh. A su vez, el diferencial de precio respecto a las unidades de combustión interna se compensa con la carga económica, la reducción del consumo energético y la alta eficiencia, ya que traslada entre un 80 a 90% de la energía de la batería a las ruedas, cuando el sistema convencional apenas lo hace entre un 20 a un 27%.

Baterías Ion Litio a lo largo del tiempo
Precio de las baterías a lo largo del tiempo.
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Tecnologías de vehículos eléctricos

La electromovilidad incluye cualquier tipo de vehículo impulsado por uno o más motores eléctricos como bicicletas, monopatines, buses, maquinarias pesadas o aviones. Los mismos pueden ser impulsados exclusivamente por baterías, tener sistemas híbridos o con celdas de combustibles alimentadas con hidrógeno. Todas estas tecnologías de por sí son más eficientes que los vehículos de combustión interna, aprovechan mejor la energía que consumen e incrementan la eficiencia energética del sistema. Es decir, para una misma distancia recorrida, un vehículo eléctrico va a consumir menos energía que uno de combustión interna. 

La autonomía de cada vehículo va a depender de la tecnología, del tipo de motor y de la batería. Los más avanzados pueden llegar a recorrer más de 500 km. El Ingeniero Roberto Stazzoni, uno de los mayores impulsores de la movilidad eléctrica en Argentina, explica que el consumo promedio de un vehículo eléctrico puede ser de 16 kWh/100 Km, que, en términos monetarios equivale a 7,5 $/kWh a diferencia del de combustión interna que gastaría 55 $/litro de combustible, es decir el de combustión interna gastaría casi 4 veces más.

Comparación monetaria entre vehículo eléctrico y vehículo de combustión interna. Fuente: Ing. Roberto Stazzoni

Por otro lado, su uso trae aparejado una serie de beneficios. Ahorros del 40% de energía primaria con respecto a los de combustión interna, reducción de más de un 40% de emisiones que uno convencional, reducción de la huella de carbono, ahorro económico en combustible y menor sensibilidad a la variación del Brent. También mejoran la calidad de vida al ser más silenciosos y disminuir la contaminación acústica; y requieren menor mantenimiento con una mayor vida útil.

Todo eso sin mencionar la evidente disminución en las emisiones de gases a nivel urbano, lo que mejora el aire que respiramos, se traduce en menor contaminación y ocasiona menores enfermedades de origen respiratorio, con consecuencia en la disminución de camas e infraestructura hospitalaria.

No obstante, toda esta transición debe ir acompañada de un cambio en el consumo, en la cultura y una readecuación de la infraestructura, a fin de que sea extendida tanto en áreas públicas como privadas, segura y amigable con el usuario, asegurando la disponibilidad de potencia para el vehículo. 

Impulso a las energías renovables

Los vehículos eléctricos funcionan con energía eléctrica que obtienen de las diferentes fuentes que convergen a la matriz energética, por lo que su sola incorporación no significa una mejora ambiental. En un país como Argentina donde la generación eléctrica está compuesta en un 60% por combustibles fósiles, el uso de vehículos eléctricos supondría un mayor consumo de gas para producir esa electricidad que luego alimentará al transporte.

Según la Doctora en Ciencias Químicas Andrea Calderón, “cada uno de estos procesos de transformación implica una pérdida de eficiencia, donde la huella de carbono podría ser aún mayor a la provocada por vehículos de combustión interna”. “En condiciones actuales un vehículo eléctrico consumiría más energía y contaminaría más que uno convencional”, agrega en su podcast de Transiciones Energéticas.

Este es un ejemplo de cómo no se puede pensar a la electromovilidad en un esquema separado de la transición energética, sino más bien debe ir acompañada e integrada a las energías renovables para que no sea un factor de demanda de combustibles fósiles. 

De acuerdo a los datos del 2019, en Argentina hay casi 14 millones de vehículos, de los cuales solo 40 son eléctricos. Sin embargo, para el 2035 se estima una electrificación del 100% de los buses del AMBA y del 14,5% de la flota total.