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Rusia y su ambición de liderar el mercado del hidrógeno azul detrás de la pelea por Ucrania

Moscú busca convertirse en uno de los mayores exportadores de este combustible en los próximos años, donde necesitará reutilizar toda su infraestructura de gasoductos.

La idea de una guerra inminente en Ucrania, que involucre a Europa con consecuencias geopolíticas y sociales imprevistas, habla, desde el punto de vista energético, de una lucha por recursos del pasado o bien por quién lidera la transición energética a través de la producción y el transporte de energía. Es que, en  un futuro cercano, el gas y los ductos que lo conducen desde oriente al Viejo Continente, serán adaptados para el transporte de un elemento que, a partir de la próxima década, se volverá vital: el hidrógeno. El cambio, necesariamente, hará emerger nuevos factores geopolíticos donde el poder estará en manos de quien produzca energías limpias a bajo costo y tenga la capacidad de transportarlos.

Con las mayores reservas de gas mundiales, Rusia ya no lo venderá como producto final, si no que aspira a convertirse en una de las mayores exportadoras de hidrógeno azul, con electricidad convertida en hidrógeno, producida en centrales térmicas que lo utilizarán como insumo.

“Cantidades no significativas de hidrógeno ya era asequibles en el actual invierno europeo”, dice un informe reciente de la Agencia Internacional de Energías Renovables, IRENA. Sin embargo, su producción a gran escala requiere de algunos avances tecnológicos capaces de resolver problemas de logística y almacenamiento. Los ductos que actualmente transportan gas podrán readaptarse para realizar el transporte internacional de un mercado que espera el despegue definitivo hacia 2030.

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“Rusia aspira a convertirse en uno de los mayores exportadores mundiales de hidrógeno limpio, principalmente la variante azul”, informa IRENA. Para ello, los actuales ductos como NordStream y los que atraviesan el territorio ucraniano, se convertirán en vectores de hidrógeno. El costo de oportunidad, a medida que avanza la transición energética, vuelve cada vez más inviable el antiguo proyecto de los Estados Unidos de unir Medio Oriente -atravesando Turquía- con Austria a través del proyecto Nabucco. Es que, según los especialistas, “el hidrógeno limpio no generará rendimientos comparables a los que generan el  petróleo y el gas en la actualidad”. Por las características de la actividad, donde prepondera la conversión y no la extracción, puede producirse de manera competitiva en muchos lugares. Y esto limitaría las posibilidades de capturar rentas similares a las de los combustibles fósiles.

En ese contexto, para 2030, Rusia aspira a dominar el 20% del mercado mundial de hidrógeno, que es mayor que su participación actual en el mercado de gas natural y, hacia 2050, llegar a exportar 50 millones de toneladas. Para entonces, el 30 % de la producción global de hidrógeno será comerciado internacionalmente y los principales importadores serán Alemania y Japón, prevé IRENA. El mercado global del hidrógeno representa en la actualidad unos USD 174.000 millones y supera el valor del comercio anual de gas natural licuado (GNL).

Existen dos factores por los que el hidrógeno ganó potencialidad de cara al futuro: en primer lugar los gobiernos de todo el mundo están obligados a tomar medidas concretas para alcanzar las metas asumidas en el Acuerdo de Paris de llegar a emisiones de carbono cero en 2050. Para lograrlo deben avanzar en la conversión de sectores como la industria pesada y el transporte de larga distancia. Allí el hidrógeno sería la solución más adecuada.

Para dimensionar las implicancias del uso del hidrógeno, si una sola planta productora de acero lo utilizara en reemplazo de combustibles fósiles, necesitaría unas 300 000 toneladas anuales, es decir la producción de 5 GW de electrolizadores.

Una iniciativa European Hydrogen Backbone (EHB) prevé el desarrollo de 40.000 kilómetros de tuberías a lo largo y ancho de 21 países europeos. El diagrama busca utilizar 30 mil kilómetros de los gasoductos actuales y  construir otros 10.0000, con una inversión de entre 40.000 y 80.000 millones de euros. La red muestra las actuales conexiones con Rusia, pero también otras nuevas, a través del Mediterráneo, desde Italia y España con el norte de África. Será la Columna Vertebral del Hidrógeno y diversificará su abastecimiento a través de hidrógeno producido en países subsaharianos.

En el caso de Alemania, el ministerio Federal de Relaciones Exteriores creó oficinas diplomáticas dedicadas especialmente al hidrógeno  a ambos lados de la frontera más caliente del globo: tanto en Moscú como en Kiev fueron sus objetivos. Pero además extendió la diplomacia del hidrógeno a Angola,  Nigeria, y Arabia Saudita.

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La producción de hidrógeno azul, para el cual el gas ruso es una ventaja competitiva difícil de superar,  debería liderar el mercado hasta principios de 2030 e incluso un par de años más cuando, los costos de producir hidrógeno verde se volverían realmente competitivos y abrirían el juego geopolítico global a nuevos actores como Namibia, Marruecos o Chile.  

“El potencial técnico de producción de hidrógeno supera significativamente la demanda mundial estimada. Los países más capaces de generar electricidad renovable barata serán los mejor posicionados para producir hidrógeno verde de manera competitiva”, dice el informe de IRENA.

Así, los cambios en los consumos de energía no sólo serán libres de carbono, sino que además, la potencialidad del mercado habla de una multilateralidad de actores que crecerán en importancia geopolítica a medida que el consumo de hidrógeno avance. De esta manera, puntos críticos para el transporte de recursos energéticos a nivel global como el Estrecho de Ormuz podrían eclipsarse y  ganarían luz regiones de economías postergadas como algunos países africanos.

A medida que las curvas de aprendizaje y el uso la tecnología disponible logren una baja de costos reales, la competitividad y multilateralidad del nuevo mercado estaría en condiciones de establecer patrones económicos más igualitarios. Dicen en IRENA: “es muy poco probable que surja un cartel del hidrógeno similar a las alianzas históricas de combustibles fósiles. Para que un cartel sea eficaz debe haber condiciones previas como un número relativamente pequeño de productores que controle una parte sustancial del mercado”. Sólo el tiempo mostrará el grado de certeza de esta afirmación.