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Del deshecho a la energía: un escaneo del biogás en la Argentina

Según algunos expertos, el país tiene el potencial para ser un gran productor y subsanar las actuales demandas de gas. ¿Cuál es estado de este combustible en la Argentina?

Una de las fuentes energéticas menos desarrolladas en el país es el biogás. Aún así, desde mediados de los 80, este combustible ha sido impulsado como alternativa al consumo de gas licuado o natural, una fuente que hasta hoy no ha logrado abastecer a toda la población argentina. Aunque desde el Estado, esta fuente se impulsa principalmente desde el Plan Gas y Probiomasa, expertos en el tema advierten que ha habido una desinversión en el desarrollo de este del combustible. Jorge Hilbert, asesor internacional del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), y uno de los pioneros del biogás en la Argentina opinó en diálogo con EOL que este combustible podría llegar a subsanar la demanda de gas en el  país de haber una desición política para desarrollarlo.

El biogás se usa de dos formas en el país: para generación eléctrica o para combustión directa (calefacción, cocina o autos). Según el último Balance Energético publicado por la Secretaría de Energía, la energía primaria del país se nutre solo en un 6,7% de bioenergía, en donde se encuentra tanto el biogas como el biodiesel y en el caso de la energía eléctrica, la cifra no supera el 4%. “Francia tiene alrededor de 1600 plantas y planea subir a 11.000, Alemania ya tiene más de 11.000 y busca crecer más, pero la Argentina tiene solo 62”, comparó Hilbert. “Aún así, la Argentina tiene la potencialidad de desarollar 20.000 plantas. Hoy en día hay alrededor de dos millones de autos que pueden funcionar con biogas. Los que corren a base de Gas Natural Comprimido (GNC) también pueden funcionar con biogás sin modificar nada. Es una demanda que el biogás podría abastecer”, agregó.

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Qué es el biogás

El biogás se genera a partir de la descomposición de residuos orgánicos. Hay varias formas para llegar a eso que dependen de las condiciones en donde se haga. En general, se produce a través de cámaras en donde se depositan deshechos que se les conoce como biodigestores. Para producir el gas se utiliza en mayor medida el excremento de animales como vacas, pollos, cerdos y corderos, y en menor medida hojas y deshechos de la agricultura.

Por otro lado, en rellenos sanitarios también se generan estos tipos de gases. Aún hay varios que lo no aprovechan y simplemente lo queman, sin embargo, rellenos como el CEAMSE ya tienen plantas tratadoras y parte de ese gas se usa para la generación eléctrica.

En general, el desarrollo de la industria del biogás se ha dado en provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, y aunque hay ejemplos en otras provincias la diferencia es abismal. “En Buenos Aires está la mayor parte de las plantas tanto para rellenos como en el campo”, explicó Hilbert.

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Menos emisiones

En realidad, durante el proceso de producción se obtiene metano y dióxido de carbono. En otras palabras, la combusitión de gas emite los mismos componentes que el pertóleo o el gas natural. “La diferencia es el gas que sacamos de abajo de la tierra se formó después de miles de años, el biogás que consumimos se hizo un mes atrás, y ya plantamos más plantas que a su vez están captando dióxido de carbóno”, contó Hilbert. El proceso de producción de gas es muy corto comparado con el de origen fósil. “Dependiendo de qué se use en el biodigestor pueden ser de horas a 30 días”, agregó.

De manera ideal, el biogás incluso puede tener emisiones negativas, o sea, que capta más dióxido de carbono de lo que emite. Esto se hace a partir de un buen manejo de cada etapa del proceso. Un intento de llevarlo a cabo es el “manual de buenas prácticas para la producción de biogás” del INTA. En la práctica, esto aún no es una realidad, pero según los cálculos de Hilbert se podría llegar a “una reducción de emisiones del 98% en energía eléctrica y térmica”.

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Un desarrollo lento

Una de las iniciativas que promovió más este combustible fue el programa Renovar que tuvo tres rondas. El primero en 2016, otra en 2017, y por último, en 2018. “Después de eso no hubo más y el desarrollo de la industria del biogás se ralentizó”, contó Hilbert. Aún con los planes Biogás (a cargo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible), y el Biomasa (a cargo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Ganadería, la Secretaría de Energía, y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), el crecimiento es mínimo. EOL trató contactar a las dos instituciones nacionales para hablar al respecto sin éxito.

En opinión del asesor del INTA “hay falta de voluntad política. Están concentrados en extraer gas y petróleo de manera tradicional, y dejaron de lado cualquier otra opción”. También argumentó que el subsidio al consumo de combustibles va en detrimento del desarrollo del biogás. “Hoy en día no se puede competir”, reconoció. La última acción que se hizo por parte del gobierno vino desde el Ente Nacional Regulador del Gas para el fomento del gas licuado. Durante la próxima semana, representantes de la industria agrícola se reunirán con la dependencia para fijar una mesa de diálogo.