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Después del fuego y la lluvia: el recuento del daño por los incendios en Corrientes

Los incendios en los Esteros del Iberá y otras zonas correntinas dejaron un ecosistema extensamente dañado, y aunque parece que el sitio se recuperará pronto, organizaciones de la zona piden mayor énfasis en prevenir
Telam.

Es un hecho para Sofía Heinonen, directora general de la ONG ambiental Rewilding, que esta jornada de incendios fue una de las más intratables de “al menos los últimos 20 años”. El fuego creció a zancadas impulsadas por la fórmula 40x40x40: 40% de humedad, 40° celsius y vientos de 40 km/h. “Fue algo que no esperamos nunca”, dijo en conversación con EOL, la directora general de Rewilding. Corrientes vive una de las sequías más prolongadas del siglo, “aún más que en el 2008”, recuerda Heinonen. En el marco de la agenda 2030, este tipo de catástrofes podrían llevar a alejarnos del objetivo primordial del país ante Naciones Unidas: reducir las emisiones de carbono.

En menos de una semana hubo llamaradas tan altas como edificios que crecieron sin detenerse por los que antes eran canales o zonas inundadas en los humedales de la región; todo estaba seco. El recuento de los daños sumó 785.000 hectáreas quemadas.

La mayor parte de los incendios fueron dentro de los dos parques naturales de la provincia, especialmente en el Parque Nacional Esteros del Iberá donde se carbonizaron 94.000 hectáreas; la diferencia fue ligera el parque Provincial -con el mismo nombre- donde se quemaron 76.000 hectáreas.

Imaginemos que hasta ahora los incendios equivalen a 39 veces la Ciudad de Buenos Aires. La mayor parte de las quemas fueron en esteros y pastizales (casi un 80%), que en realidad esto puede significar una buena noticia. Según la organización Rewilding, que trabaja dentro de los parques, la recuperación de esta vegetación es muy veloz. Esto no quiere decir que todo vuelva a ser como antes. Los animales y organismos tardarán en volver, pero los pastos y juncales que cubren la mayor parte de la zona volverán, con un poco más de lluvia, a su estado original.

“Las regiones más afectadas son los bosques y las selvas”, no porque fuera lo que más abarcaron los incendios, sino porque será aquello que tardará más en recuperarse. “Están prácticamente perdidas”, opinó en conversación con EOL, Constaza Mozzoni, bióloga y coordinadora local del programa de Comunidades también en Rewilding. Si hacemos los cálculos, la región incendiada tendría la capacidad de captar 26 veces lo que produce la capital del país.

Toneladas de vegetación que se extendían en esa superficie ahora se convirtieron en dióxido de carbono (CO₂), alejando a la Argentina de los objetivos de la agenda de Naciones Unida. Para las organizaciones y brigadas de la zona, mantener y controlar el crecimiento de las plantas puede ser una forma efectiva para reducir la intensidad de los incendios y por ende de las emisiones.

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Más plantas, menos CO₂

A mayor vegetación, menos CO₂ en el aire, ya que este gas es el alimento de las plantas. En otras palabras, cuanto más grande sea una planta, más dióxido de carbono transforma en alimento. Los científicos le llaman a esto “captación de carbono”. Cada planta tiene más o menos capacidad de captación dependiendo del tamaño y tiempo de crecimiento.

Según Heinonen, los esteros y pastos altos pueden llegar a retener hasta 30 toneladas de CO₂ por hectárea en un año. No logran captar tanto como los árboles, pero lo hacen realmente rápido. “En dos semanas los pastos crecen a su estado original”, comentó.

El problema con los juncales es que “nunca paran de crecer” a diferencia de los pinos o eucaliptos, informó Heinonen. Las sequías prolongadas y la bajante del río Paraná convierten esta vegetación en toneladas de combustible listo para arder. La idea es que haya más vegetación, pero que no se convierta en un factor de riesgo

Quemar pastizales parta evitar catástrofes

Mozzoni que insistió que la mejor manera de prevenir incendios inapagables es provocando fuegos controlados. “Los incendios en los esteros pueden ser benéficos si se tratan de forma adecuada. Muchos animales dependen de eso”, comentó la bióloga. “Cuantos más pastos secos haya, más alto será el fuego; si tenemos fuegos controlados y pequeños cada cierto tiempo, podemos evitar catástrofes como esta”.

Mucha gente se opone al uso de fuego para manejar los esteros. “Los productores de pino o eucalipto [que están a un lado del parque] mueren de miedo cuando hablamos de hacer incendios controlados”, cuenta Heinonen. Pero los pastos y juncales son diferentes, la mayor parte de la planta no se quema y rebrota con las primeras lluvias.

Uno de los principales impedimentos para esta práctica es la mala implementación de protocolos preventivos en esteros. “El libro que usa Parques Nacionales está basado en la Patagonia, donde hay bosques de pino. Los humedales no tienen nada que ver con eso. La relación entre esta región y el fuego es normal, solo hay que saber manejarlo”, opinó la directora de Rewilding.