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La compra del primer buque de GNL del año confirma que será imposible bajar los subsidios

El Gobierno debió pagar un precio casi cuatro veces mayor a los valores del 2021 y se anticipa una compra récord de gas licuado, gasoil y fueloil. El aumento tarifario y la segmentación anunciada no alcanzaría ni siquiera para amortiguar este fenómeno.

La primera compra de GNL y de combustibles líquidos del año confirman que Argentina se verá arrastrada por la crisis de precios de hidrocarburos a nivel mundial y no podrá reducir los subsidios energéticos como pide el FMI.

Frente al complejo panorama que se observa por la alta demanda en pleno invierno del hemisferio norte, Ieasa debió pagar el primer buque de GNL del 2022 a más de 27 dólares el millón de BTU, es decir, casi cuatro veces el valor que se abonó en promedio durante el 2021 y nueve veces más que en 2020.

Al mismo tiempo, Cammesa también tuvo que avalar precios récords en sus sorpresivas compras de gasoil y fueloil, que ya se acercan a un acumulado de 1.000 millones de dólares en estas primeras escasas semanas del año en curso.

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Lo más preocupante es que la decisión del gobierno demuestra que, incluso en estos meses de verano cuando la demanda es menor, la oferta local está lejos de poder abastecer a la demanda. Situación que lógicamente se agravaría en el período invernal, en un movimiento espejo a lo que sucedió en Europa, cuando el secretario Darío Martínez celebraba que Argentina estaba aislada de la crisis del gas mundial.

Por lo tanto, el perjuicio para las arcas del Estado no solamente sería por un mayor precio, sino por mayores cantidades necesarias. Para tener una idea más clara del escenario eléctrico actual, el último informe del Instituto Mosconi señala que, en diciembre, la demanda de energía fue un 14% mayor al mes anterior y un 9,9% superior al mismo mes del 2020.

En un contexto de crisis hídrica y de producción de gas local estancada, la oferta no fue suficiente y el sistema debió recurrir a la generación eléctrica mediante el consumo de combustibles fósiles. De este modo, el consumo de fueloil subió un 162% intermensual y 29,4% interanual, mientras que, en el consumo de gasoil, las alzas fueron del 68,7% y 137,3%, respectivamente.

El sendero se iría acentuando conforme a la llegada del frío en el hemisferio sur, lo que incrementaría cada vez más las compras de fueloil, gasoil y GNL, con el agravante de que Bolivia enviaría una cantidad mínima este año que se deberá reemplazar a un precio muy superior.

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Dado que la diferencia entre el costo de importación y la venta al sistema nacional a un precio completamente más bajo es cubierta por el Estado, la previsión de las principales consultoras económicas es que los subsidios energéticos sigan creciendo con un piso de alrededor de 13.000 millones de dólares y con la probabilidad de que suban por encima de los 15.000 millones, casi un 50% más que en 2021.

La única forma de revertir este efecto sería con un aumento de tarifas muy relevante, que está lejos de las pretensiones del oficialismo. Como anticipó este medio, desde el Instituto Patria afirman que, para el grueso de la población, el aumento será del 20% por única vez en el año. En consecuencia, se ubicaría al menos 30 puntos porcentuales por debajo de la inflación esperada y, en vez de amortiguar el efecto de los precios internacionales en los subsidios, lo intensificaría.

La mágica solución que se viene prometiendo desde la campaña del 2019 es la tan esperada segmentación tarifaria que permitiría focalizar las partidas gubernamentales exclusivamente en los más necesitados. Sin embargo, el diseño geográfico comunicado el pasado viernes alcanza sólo al 10% de los usuarios del AMBA y representaría un alivio de apenas 200 millones de dólares, entre el 1% y el 1,5% de lo que podría llegar a ser la totalidad de los subsidios energéticos.