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Por qué la pandemia retrasó la transición hacia energías limpias

Las dificultades económicas hicieron que los países privilegien la inversión en tecnologías fósiles. Sin embargo, los investigadores aseguran que la era post Covid tiene todas las oportunidades para transitar el camino inverso y acelerar los cambios en la matriz global.

Según un Estudio realizado por investigadores de universidades chinas, australianas y holandesas, la ausencia de apoyo gubernamental durante la pandemia, los altos costos iniciales y los bajos beneficios inmediatos fueron  factores importantes  en el retraso de las inversiones en  energías renovables. “A pesar de la creciente demanda de planes de estímulo verde, esto fue limitado y la estructura de inversión en energía de la mayoría de las naciones siguió dominada por los combustibles fósiles”,  escriben en el trabajo titulado, Transición energética global baja en carbono en la era post Covid19.

A su vez, los investigadores  encuentran en los procesos de reactivación una oportunidad para acelerar la transición. En un contexto donde los mercados de petroleros viven una incertidumbre creciente, abogan por planes de estímulo verde como una forma de garantizar la calidad de los servicios públicos. Además, sugieren la promoción una transición limpia en las empresas más contaminantes, imponiendo impuestos regresivos a aquellas organizaciones que no cumplan con la reconversión.  En definitiva, incentivar la economía verde sería una forma real de promover una reactivación económica pues, el sector requiere mucha mano de obra. Además, ponderan la necesidad de estimular en I + D en el sector, buscando nuevas tecnologías para la captura de carbono, eficiencia de los materiales y el transporte limpio.

La tensión entre Rusia y Estados Unidos por Ucrania enmarcada en la lucha por abastecer de gas a Europa, que derivó en un aumento sostenido del precio del gas en el invierno boreal y el incremento de los precios del barril de crudo, de valores negativos durante algunas semanas de 2020 a los 90 dólares actuales, también configuran elementos imprevistos que, en la era pospandemia, acelerarían la transición hacia energías limpias y marcarían el definitivo declive de las fósiles.

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Mientras la llegada del Covid19 obligó a la mayoría de los gobiernos a reasignar partidas y redefinir estructuras de gastos, privilegiando la salud pública y desfinanciando políticas de  energías limpias, las necesidades de reactivación podrían tener un impacto directo la aceleración de los cambios.

Sin embargo, la era fósil sigue en modo inercial. Según energypolicytracker.org, que publica los compromisos públicos concretos de los gobiernos del mundo respecto a medidas tendientes a llegar a la transición energética prevista en el Acuerdo de París, durante la pandemia, los gobiernos de los países del G20 coincidieron en privilegiar la inversión en energías fósiles, retrasando la transición acordada. En el caso de Argentina, por ejemplo, parte de lo recaudado mediante el Impuesto a la Riqueza se destinó a nuevas exploraciones para la producción de gas por parte YPF.

Desde el comienzo de la pandemia, los gobiernos de los países del G20 destinaron al menos USD 755.000 millones para apoyar proyectos de diferentes tipos de energía. Según  datos surgen fuentes oficiales y públicas, de ese total, solo el 13% fue para energías limpias. Mientras que, a combustibles fósiles, se destinaron unos 330.000 millones, un 44 por ciento del total. Y más del 30% de esas inversiones se aprobaron sin condicionantes. Es decir que los procesos de producción previstos no priorizarán el uso eficiente de la energía ni prevén acotar sus emisiones de acuerdo a los estándares previstos en el Acuerdo de París.

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En tanto, la investigación liderada por Jinfang Tian, de la Escuela de Estadística, Universidad de Finanzas y Economía de Shandong, China, identifica cinco causales de lo que llaman una pausa en la transición energética del Covid19: 1) La falta de inversión y la escasa demanda del mercado; 2) la baja de los precios de los combustibles que, además impactó en las posibilidades reales de desinvertir en el sector de manera rápida en las empresas petroleras; 3) la restricción de las actividades industriales, que frenó el crecimiento de la capacidad de generación de energía renovable; 4) la interrupción de la cadena de suministro global de energías renovables se vio interrumpida por restricciones comerciales obligatorias y 5) la profundización de la brecha de accesibilidad y consumo de energías, sobre todo en sectores que sufren pobreza energética.

“Por un lado, los mercados de petróleo y gas ya no son estables debido al impacto sin precedentes de la pandemia. Esta socavó el dominio de los combustibles fósiles en el sector energético, amenazando numerosos contratos de petróleo y gas a largo plazo. Las compañías petroleras internacionales redujeron drásticamente sus planes de inversión y el capital comenzó a salir del mercado. Estos flujos crearán un nuevo espacio para las inversiones en energía renovable”, afirma el estudio.

Por otro lado, los bajos precios del petróleo redujeron la tasa de rendimiento de las inversiones. En las últimas semanas, la mayoría de las compañías, a contramano de las tendencias históricas, decidieron no incrementar sus producciones frente al aumento del precio del barril de crudo. Es que los inversionistas exigen ahora una mayor tasa de ganancia. Quizás con la mira puesta en salir del negocio y canalizar flujos de inversión a las renovables, acelerando definitivamente la transición.