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Balance de la COP26: a mitad de camino entre la “culpa ambiental” y la Realpolitik

El declamado fin de la era del carbón no se plasmó en compromisos de los países, pero se consolidó el impulso a las energías limpias.

La Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) finalizó el sábado pasado en Glasgow (Reino Unido) con una sensación ambigua entre los participantes respecto del documento final que pudo consensuarse por las 196 delegaciones presentes.

Fue una muestra más de que en el mundo globalizado, y mucho más luego de casi dos años de pandemia por el Covid-19, los intereses terminan prevaleciendo por sobre las buenas intenciones.

“No lo logramos del todo”, señaló con tono de amargura la expresidenta de Irlanda, Mary Robinson, quien también revistó en la ONU por cinco años como Alta Comisionada para los Derechos Humanos.

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La frase resume como pocas la sensación de que hubo algunos avances, en especial en materia de convencimiento de los diferentes gobiernos que llegó el momento de tomar medidas urgentes y contundentes para frenar el calentamiento global, así como una apuesta generalizada por las energías limpias (fotovoltaica, eólica, hidrógeno verde) y hasta el rol de gas licuado de petróleo (LNG) en la transición energética.

Pero en paralelo, no puede desconocerse la “desilusión” que embargó a numerosas delegaciones, en especial naciones insulares de la Polinesia y el Caribe, porque tras el arduo debate los países no lograron consensuar e incluir compromisos concretos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en el documento final.

En ese sentido, Robinson enfatizó que las personas menores de 60 años probablemente se enfrentarán a un mundo “menos habitable”.

Chau carbón

Al respecto, el documento final deja algunas definiciones importantes como por ejemplo la virtual “muerte del carbón”, al menos en el plano declarativo como fuente de energía. Fue la primera vez que la COP hizo una referencia en este sentido.

Además, se ratificaron las metas fijadas en el Acuerdo de París de 2015, que determinan limitar a 1,5 grados Celsius el incremento de la temperatura global, en relación al promedio que tenía el planeta en la era pre industrial.

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La presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula Von der Leyen, destacó que finalmente se lograron progresos en tres de los objetivos planteados en la previa por la Unión Europea, lo que “nos da la confianza de que podemos proveer un espacio seguro y próspero para la humanidad en este planeta”.

Mencionó en primer lugar, el compromiso de reducir las emisiones para llegar al límite de calentamiento global de 1,5 grados. Luego, alcanzar el objetivo de 100.000 millones de dólares anuales para financiar la transición a las energías limpias en países en desarrollo y vulnerables. Y en tercer término, llegar a un entendimiento para una hoja de ruta del Acuerdo de París.

Hay que aclarar, sin embargo, que el compromiso ya asumido de los 100.000 millones al año que debían aportar los países ricos, no se cumplió y que estimaciones recientes calculan que el costo de transitar hacia energías no contaminantes en los países pobres ya está entre USD 140.000 y USD 300.000 millones.

En ese sentido, hay que enfatizar que la declaración final “se quedó corta” también para fijar compromisos concretos para combatir el calentamiento global, según reportaron varios observadores.

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Uno de los puntos de conflicto y que mantuvo abiertas las negociaciones hasta el último minuto, terminó con la adopción de la posición de India, favorable a acelerar los esfuerzos “para reducir” el uso de carbón, en lugar de “eliminarlo” como pugnaban muchos países.

La India, junto a China son los dos mayores generadores de gases de efecto invernadero por la importancia que tiene el carbón en sus respectivas matrices energéticas.

También hubo oposición de gigantes automotrices en comprometerse a producir sólo vehículos con cero emisiones para 2040 en todo el mundo y para 2035 en los principales mercados. Así, Estados Unidos y China no acompañaron este punto planteado para la declaración final, apoyando a la industria.

Entre las buenas noticias para el sector energético en el marco de la COP26 se destacaron los anuncios de inversión y el desarrollo de la tecnología del hidrógeno verde –también en proyectos en Argentina- y la apuesta al gas licuado de petróleo (LNG) con un doble objetivo: reducir las emisiones y contribuir a la transición hacia “combustibles más sustentables”.