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Los nuevos usos del GLP: el agro, la gastronomía y el sector náutico

Cada vez más, el gas licuado de petróleo se instala en nuevos nichos, multiplicando oportunidades de negocios. Un sector en alza, por eficacia y versatilidad.

Aquella vieja imagen de hombres y mujeres cargando garrafas para cocinar o calefaccionar su vivienda, rápidamente van quedando en el pasado para ampliar el espectro a otros usos, más vinculados a servicios diversos, actividades productivas y hasta recreativas.

El envasado de gas licuado de petróleo (GLP), tanto en garrafas como en tanques, es cada vez más usual en actividades agropecuarias como el desmalezado, la provisión de energía a partir de generadores allí donde no llega la red eléctrica o como resguardo en plantas industriales ante eventuales cortes, y el uso para calefaccionar espacios al exterior en locales gastronómicos, que literalmente “explotó” durante la pandemia.

También está creciendo su utilización en la náutica recreativa, y tiene una participación -menor pero con potencial de crecimiento- en el sector vehicular, con algunos beneficios por sobre el GNC (gas natural comprimido), por mencionar algunas de las oportunidades de negocios más recientes.

No hay que olvidar, sin embargo, que en el país hay un 40% de la población, unas 5 millones de familias, que no tienen acceso a la red de gas natural, en especial en las provincias de NEA, por lo que se ven obligados a recurrir al butano envasado para sus necesidades energéticas. Éste es un uso tradicional y todo parece indicar que lo seguirá siendo por largo tiempo.

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El gas licuado de petróleo, básicamente butano y propano envasado, se obtiene de la extracción y separación del gas natural (79%) y en menor medida, de la destilación del petróleo en refinerías (21%), según datos de la Cámara de Empresas Argentinas de Gas Licuado (CEGLA).

En general el butano se utiliza en garrafas de 10 y 15 kg, mientras que el propano se almacena en cilindros de 30 y 45 kilos, que suelen verse en el campo y también en industrias. En el país operan unas 25 empresas fraccionadoras, que emplean unos 9.000 trabajadores, y se estima que tienen inversiones por unos 100 millones de dólares anuales.

Pero para tener una magnitud del sector, hay que recordar que en todo el territorio se levantan 6 refinerías de GLP, 15 separadoras de gas, hay 1.735 kilómetros de ductos, además de 4 puertos especializados: Dock Sud, San Lorenzo y 2 terminales en Bahía Blanca (TGS y Mega) una flota de 600 camiones cisterna de GLP.

Hoja de ruta

Pedro Cascales, empresario del sector y titular de CEGLA, asegura que el GLP tiene grandes oportunidades, a partir de insumos básicos (butano y propano) que se producen en el país. “El GLP es superavitario y el país tiene capacidad de exportación, en una actividad que crece de la mano de Vaca Muerta”, aseguró.

Entre los principales desafíos que ve para la actividad, Cascales menciona la fuerte suba del precio internacional, debido a que “China está teniendo una gran demanda de GLP para uso petroquímico, por lo que se ha duplicado el precio del GLP en los últimos doce meses a nivel global”.

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Esto se da en un contexto en el que el propano tiene un precio libre, mientras que, por el contrario, el butano tiene precio regulado por el Estado debido al uso domiciliario prevalente en este caso.

El empresario destaca el impulso que están dando a la actividad dos normativas sancionadas este año que incentivan el uso de GLP en la náutica y el flameado de malezas. En el primer caso, la Resolución 339/2021 de la Secretaría de Energía de la Nación, publicada en el Boletín Oficial el 20 de abril pasado, establece las Normas Técnicas y de Seguridad para el uso de GLP en motores de combustión interna para propulsión de embarcaciones y artefactos navales, así como las especificaciones para la construcción de estaciones de servicio ad hoc.

Por su parte, la Resolución 255/2021 de la Secretaría de Energía del 9 de abril pasado, autorizó el uso de GLP propano como combustible “para su aplicación en el desmalezado de cultivos, bajo la aplicación y metodología de uso que las entidades especializadas recomiendan para este fin”.

“El flameado de malezas es una quema controlada, que actúa sobre las partes afectadas de los cultivos cuando se produce un cambio súbito de calor”, explica Cascales. Y agrega que es una tendencia creciente en el mundo para evitar el uso de herbicidas.

Además, si bien el uso de GLP en el transporte representa una porción menor del parque automotor, el GLP vehicular tiene varias ventajas y ciertos desafíos. Entre las primeras, se destaca que a diferencia del GNC, el GLP proporciona al vehículo cuatro veces más autonomía y el tanque es más liviano. Además, no tributa el Impuesto a la Transferencia de Combustibles (ITC) y tiene el mismo tipo de conversión que el GNC. La contra y la asignatura pendiente es que por ahora no hay muchas estaciones de carga en el país.