Inicio Ambiente Economía azul: la herramienta para reducir emisiones mediante la gestión del mar

Economía azul: la herramienta para reducir emisiones mediante la gestión del mar

Los diferentes ecosistemas marinos tienen una capacidad única de capturar carbono, reducir los oleajes y evitar el aumento del nivel del mar.
eólica offshore

The Green Climate Fund y el Fondo Pegasus Advisor firmaron recientemente un acuerdo con para proteger y restaurar las formaciones de corales en 17 países. Lo que puede parecer un caso aislado de financiamiento que tiene como objetivo primario mitigar los efectos del cambio climático y la resiliencia de zonas tropicales muestra, además, que son el mar, los océanos y sobre todo manglares, pastos marinos y formaciones de coral lugares esenciales para la vida. Y, por lo tanto, principales artífices del secuestro de carbono, responsable del cambio climático. Es ahí donde se asoma el sendero de la llamada economía azul, donde la potencialidad económica va más allá de lo que asoma en la superficie.

Una de las aristas de esa economía azul es el llamado carbono azul, capturado durante miles de años bajo el suelo marino en ecosistemas lábiles como los pastizales o los manglares costeros.

La capacidad de capturar carbono de estos ecosistemas es 10 veces superior a la de los bosques tropicales, por lo que en primera instancia su conservación y restauración abre la puerta al mercado de captura de carbono, aun cuando no esté debidamente regulado para el sector.

Los humedales costeros en sus diferentes versiones protegen además las costas del aumento del nivel de las aguas y la violencia de las tormentas. Especialistas estiman que un tramo de 100 metros de manglares puede reducir la altura de las olas hasta en un 66% y que año a año reducen el impacto económico de los daños de las tormentas costeras por un estimado mensurable en 65 mil millones de dólares.

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Enmarcar y cifrar los servicios intangibles de la naturaleza oceánica es parte de la tarea de quienes estudian la economía azul. “La economía azul se relaciona a un concepto que busca promover el crecimiento económico, la inclusión social y la preservación y mejora de los medios de vida, al tiempo que garantiza la sostenibilidad ambiental de s océanos y mares”, escribe Sulan Chen, especialista del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

Para los especialistas en la temática, los océanos no sólo son el inicio de muchas cadenas del sistema alimentario humano sino que además tienen potencialmente los elementos como para conseguir erradicar la pobreza, sobre todo en regiones costeras, en torno al desarrollo de medios de visa sostenibles y trabajos inclusivos. “Brindan alimentos y minerales, generan oxígeno, absorben gases de efecto invernadero y mitigan los impactos del cambio climático,  determinan los patrones climáticos y las temperaturas”.

Y en las costas parece estar la potencialidad de cambiarlo todo y preservar el futuro o, en cambio, ahondar las consecuencias del cambio climático. Es que, mientras manglares y pastos marinos mantienen una de las mayores capacidades a la hora de capturar carbono en relación al resto de los ecosistemas, al mismo tiempo, su destrucción por la presión inmobiliaria y la agricultura libera anualmente unas 1000 millones de toneladas de carbono acumuladas bajo el agua, acentuando las consecuencias del cambio climático, sobre todo en países tropicales y pobres.

Conciliar la idea de un aprovechamiento económico de los mares y la preservación y reparación de las fuentes de vida dio lugar al nacimiento de proyectos como el Fondo Mundial para la Preservación de los Arrecifes de Coral. Ahí es donde Pegasus Capital Advisor abrirá una cartera que patrocinará actividades de mitigación y mejoramiento de las condiciones de los corales en 17 países.

Con un programa de desarrollo a 10 años se prevé la subvención de proyectos capaces de incubar “una cartera de proyectos invertibles, y una ventana de inversión” pensada para inversores privados globales.

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The Blue Carbon Inititiative coordinada por Conservación Internacional (CI), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (COI-UNESCO), es una de las tantas iniciativas globales para hacer del mar el espacio vital en la lucha contra el cambio climático

Todo está en movimiento. Incluso el cambio necesario para la preservación de la vida. Según el informe 2021 de Global Magrove Alliance, las reservas de carbono en los suelos marinos y la biomasa de los manglares mapeados a escala global muestra más de 21,9 gigatoneladas de CO2 acumuladas en  manglares y arrecifes. Liberarlas sería el equivalente 7,5 años de emisiones de la Unión Europea o la quema de 51 mil millones barriles de petróleo.

Los especialistas ponderan que una adecuada gestión de las costas, la recuperación de espacios degradados y una adecuada interacción del hombre con el mar producirían un impacto positivo no sólo en las economías sino que además sería capaz de reducir la pobreza mejorando la relación con el medioambiente. A contramano, por los propios efectos del cambio climático, los ecosistemas costeros y de coral son los más amenazados. Sólo China perdería el unos 9810 km cuadrados de costas en el caso en que el nivel del mar subiera un metro en las próximas décadas.